La sordera se convirtió en un reto para los hermanos Walter y Arturo Pérez, pero no les cerró el camino. Hace casi medio siglo levantabam piedras para desarrollar sus músculos, hoy no solo son conocidos como los “Hermanos Hércules” y los “Abuelos fisicoculturistas” sino que entrenan a decenas de jóvenes en Nicaragua. Con seguridad en los barrios de Ecuador serían ‘los abuelos pepudos’.

Walter, de 61 años, y Arturo, de 62 años, tienen un modesto gimnasio en Santa Teresa, unos 50 km al sur de Managua. La agencia e noticias AFP relata su historia en la que afirma que estos hombres son “leyenda” en una zona agrícola de Nicaragua por sus habilidades.

Son admirados por los jóvenes que acuden a su gimnasio y en apenas cinco meses en TikTok, acumulan más de 175.000 seguidores.

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“Ellos son una leyenda aquí en Santa Teresa y pues creo que a todos los jóvenes nos motiva a venir aquí al gimnasio, porque [...] a su edad se ven magníficos, [con] un cuerpo que creo que todos nosotros desearíamos”, comenta a la AFP Ana Saborío, de 33 años.

“A mí ellos me han servido de inspiración durante mucho tiempo [...], yo era una persona súper flaquita, ellos me comenzaron a entrenar, ellos comenzaron a decirme qué debía de hacer”, señala Porfirio Cortés, de 28 años.

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El perfil en TikTok de los hermanos Walter y Arturo Pérez acumula 5,3 millones de “me gusta” en sus videos con rutinas de ejercicios y recetas de batidos naturales, que familiares y amigos ayudan a producir.. (Photo by OSWALDO RIVAS / AFP) Foto: AFP

Aunque hace años dejaron de participar en torneos, han ganado decenas de miles de seguidores en las redes sociales desde que Yahir, hijo de Walter, les creó un perfil y publicó imágenes.

Su perfil en TikTok acumula 5,3 millones de “me gusta” en sus videos con rutinas de ejercicios y recetas de batidos naturales, que familiares y amigos ayudan a producir.

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De los cinco hijos de una familia pobre, Arturo y una hermana nacieron sordos. Walter oía parcialmente, pero dejó de escuchar por completo cuando era niño.

Su madre les enseñó a leer y escribir en casa porque no había escuelas especiales, explica a la AFP Walter con algunas palabras y gestos que Yahir ayuda a traducir.

La venta de periódicos fue el medio de subsistencia en la niñez de estos hombres. En esa época sufrían hostigamiento de otros niños porque no hablaban, e incluso agresiones físicas. La situación cambió cuando los hermanos comenzaron a ejercitarse y se fortalecieron, recuerda Walter.

Juan Solís, un amigo de la familia, cuenta que “les pegaban porque estaban chateles [niños]”. “Daban un estado de lástima pues, porque decía yo: ¿cómo va a ser la vida de estos niños?, pero qué, la tienen mejor que cualquiera ahora en estas alturas”, comenta el hombre de 82 años a la AFP.

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Gimnasio cobra dos dolares por semana de entrenamiento

Walter y Arturo debutaron en torneos de fisicoculturismo cuando eran veinteañeros. Tuvieron que aprender a medir el tiempo, pues no escuchaban la música que indicaba los cambios de poses en estas competencias. Con dedicación, lograron 16 medallas y una veintena de trofeos en Nicaragua y otros países de Centroamérica, entre 1988 y 2010.

Hombes y mujeres entrenan en el gimnasio de los 'abuelos fisicolturistas' de Nicaragua. (Photo by OSWALDO RIVAS / AFP) Foto: AFP

A pesar de estos galardones, siguieron siendo pobres en el segundo país más pobre de Latinoamérica y el Caribe, y ahora sobreviven con su gimnasio, que combinan con modestos trabajos. Arturo es barbero ocasional y Walter hace soldaduras y repara estructuras de bicicletas.

El gimnasio ocupa una casa antigua en cuyas paredes pintadas de verde y blanco hay espejos y viejas fotografías de los hermanos en poses de competencia.

La falta de dinero motivó a Walter a aprender soldadura para construir la mayoría de las máquinas del gimnasio.

Los adultos mayores tienen derechos

Cada cliente paga dos dólares por semana, monto apenas suficiente para el mantenimiento del local, y los hermanos buscan donaciones para continuar con él.

Ingresaron al mundo del fisicoculturismo siendo adolescentes, tras observar a un fornido nuevo vecino que levantaba pesas.

Asombrados por su corpulencia, comenzaron a ejercitarse con pesas que hicieron con piedras, cemento y tubos, explica Walter.

Hernán Flores, un reconocido fisicoculturista nicaragüense, los invitó a entrenar en su gimnasio en Managua. En 1988 Arturo ganó su primer torneo nacional, y Walter salió segundo. Siguieron compitiendo durante dos décadas.