Como un ultraconservador y un católico ferviente, así califican al candidato presidencial chileno José Antonio Kast, quien encabezó la primera vuelta de la elección el mes pasado con dos puntos de ventaja, logró 27,9 % del total de votos, aunque en estos momentos los principales sondeos lo colocan como el posible perdedor de la segunda vuelta de este domingo en la que enfrentará al izquierdista Gabriel Boric, quien obtuvo el 25,8 % del electorado.

Kast, de 55 años y padre de nueve hijos, busca por segunda vez llegar al Palacio de la Moneda. En los comicios de 2017, en los que resultó electo el actual presidente Sebastián Piñera, obtuvo el cuarto lugar con el 8 % de los votos.

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Mano dura contra la violencia y la delincuencia, zanjas para frenar la migración, recuperar el esplendor económico de Chile, férrea oposición al matrimonio gay y al aborto o defensa a ultranza del libre mercado y el minimalismo tributario eran sus principales ideas cuando se postuló, pero durante toda la campaña para el balotaje apostó por rediseñar su programa de gobierno para atraer a los votantes chilenos con más tendencia del centro.

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Kast -de profesión abogado y candidato por el Partido Republicano, movimiento que fundó en 2019- reformuló la versión original de su plan cambiando algunas de las propuestas más criticadas sobre reducción del Estado, eliminar el Ministerio de la Mujer, inmigración, entre otras, privatizar Codelco (la mayor productora de cobre del mundo) y añadió puntos sugeridos por fuerzas que le brindan respaldo desde la centroderecha y derecha liberal, recoge La Tercera.

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El candidato presidencial del Partido Republicano, José Antonio Kast, y su esposa, María Pía Adriasola, en la ceremonia de clausura de campaña. Foto: EFE

El nuevo programa omitió mencionar propuestas como la del aborto que generaron fuertes críticas cuando defendió derogar la Ley aprobada en Chile en 2017 que permite la interrupción de gestación en tres causales: riesgo vital de la mujer, inviabilidad fetal y embarazo por violación.

“Las circunstancias van cambiando a lo largo de la campaña” o “dijimos que el programa no estaba escrito en piedra” han sido dos frases con las que ha justificado los cambios Kast, considerado un defensor de la figura del dictador Augusto Pinochet (1973-1990), pasado que ha sido evidente quiere dejar atrás.

Vinculado con Pinochet y los nazis

Sus lazos con la dictadura le han costado más de un dolor de cabeza, sobre todo días antes de la primera vuelta, cuando en un encuentro con corresponsales extranjeros quiso diferenciar el régimen Pinochet de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Afirmó que la transición en Chile se dio tras unas “elecciones democráticas”, en las que “no se encerró a los opositores”: “Dígame si las dictaduras entregan el poder a la democracia y si hacen una transición a la democracia y se respeta. Eso es lo que no hacen otros países y en Chile se hizo”, insistió entonces.

Su complacencia no es nueva. De hecho, apoyó la continuidad de Pinochet en el plebiscito de 1988 -uno de sus nueve hermanos fue ministro de la dictadura- y al inicio de la campaña solía repetir que el general Pinochet votaría por él de estar vivo, algo que en la recta final apenas ha mencionado.

El candidato presidencial del Partido Republicano, José Antonio Kast, encabezó la primera vuelta de la elección el mes pasado con dos puntos de ventaja, logró 27,9 % del total de votos. Foto: EFE

Sin embargo, hace unas semanas volvió a rodearle la polémica cuando salió a la luz que su padre, de origen alemán, perteneció al partido nazi.

Kast ya había comentado en alguna ocasión que su padre fue parte de las Fuerzas Armadas unificadas de la Alemania nazi (Wehrmacht) durante la Segunda Guerra Mundial tras un “reclutamiento forzado”, pero nunca admitió su afiliación: “Yo y toda la familia aborrecemos a los nazis”, aclaró hace unos días.

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Experiencia en política

Entre tanto, el candidato ha tratado de venderse como alguien distante a la política tradicional, pero es un viejo conocido en ese campo ya que fue diputado durante 16 años por la Unión Demócrata Independiente (UDI), de la que fue militante por dos décadas.

Ahora con su joven partido ha conseguido el apoyo transversal de toda la derecha, desde sus antiguos compañeros de UDI hasta de algunos liberales.

Ha manifestado también que el expresidente estadounidense Donald Trump y el actual mandatario brasileño, Jair Bolsonaro, son sus referentes, aunque analistas coinciden en que es menos estrafalario que ellos.

Mostró también tener cercanía con el partido de ultraderecha español VOX y hace unos días se reunió con el opositor venezolano Leopoldo López, refiere EFE.

En Chile se disputarán la presidencia Gabriel Boric y José Antonio Kast.

Combatirá la crisis migratoria

Y si bien ciertos puntos de su programa le valieron la crítica social y acusaciones de machista, homófobo y xenófobo por varias de las propuestas iniciales que ya reformó, sus ideas para preservar el orden y la seguridad han hecho que buena parte del país le vea como el único capaz de devolver a Chile la “paz” que tenía antes de la ola de protestas de 2019, las más graves desde el fin de la dictadura, con una treintena de muertos, miles de heridos, saqueos e incendios.

Kast llama “violentistas” a los manifestantes que se enfrentan a los cuerpos de seguridad y asegura que en La Araucanía, donde existe desde hace décadas un conflicto territorial entre indígenas mapuches y forestales, hay “terrorismo”.

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En sus propuestas mantiene solucionar la profunda crisis migratoria con la construcción de una zanja de cientos de kilómetros al más puro estilo de Trump en la zona altiplánica, fronteriza con Bolivia, donde miles de venezolanos cruzan caminando desde finales de 2020, así como crear un “campamento militar temporal en la zona de Colchane”, epicentro de la crisis migratoria en Chile.

Se prevé que contemple también el exigir a Bolivia y Perú reforzar fronteras y hacerse cargo de las caravanas de migrantes ilegales que provienen de sus territorios y que terminan en Chile por “negligencia y falta de control”.

Otra de sus promesas estrella en materia de seguridad pública es la implementación de un nuevo estado de emergencia donde se pueda arrestar a las personas en sus propias moradas o en lugares que no sean cárceles.

“Fuimos un modelo para el mundo y tenemos que lograr recuperar eso, ser un modelo para el mundo, y eso es un desafío... No quiero ser un presidente que levante el puño, quiero ser un presidente que abra la mano y acoja”, manifestó Kast en el último debate. (I)