A inicios de noviembre, una serie de intensas fulguraciones solares de clase X provocó eyecciones de masa coronal que desataron un espectáculo inusual de auroras incluso en latitudes tan al sur como México.

Pero mientras el mundo miraba al cielo nocturno, un grupo de científicos tenía la atención puesta en otra parte: las imágenes de alta definición del Sol que lograron capturar justo antes de las explosiones.

Los registros provienen del telescopio solar GREGOR, ubicado en el Observatorio del Teide, en Tenerife. Allí, investigadores observaron directamente la emisión de dos fulguraciones solares de clase X en la región activa NOAA 14274, una el 10 de noviembre y otra el 11.

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Observar este tipo de eventos desde Tierra es poco común debido al clima, la rotación solar o simplemente porque no coinciden con la zona del Sol que el instrumento está observando.

Según Carsten Denker, del Instituto Leibniz de Astrofísica de Potsdam y autor principal del estudio, captar un estallido así desde un telescopio terrestre es casi cuestión de suerte.

Esta vez, GREGOR estaba apuntando al lugar exacto apenas 30 minutos antes de que se emitiera una fulguración X1.2, ofreciendo una visión sin precedentes de lo que ocurre dentro de las manchas solares justo antes de una explosión.

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Las imágenes abarcan un área colosal del Sol, de aproximadamente 175.000 kilómetros por 110.000 kilómetros. En ese espacio, los científicos observaron estructuras conocidas como fibrillas penumbrales, que normalmente se extienden de manera radial desde el núcleo oscuro de las manchas solares.

Pero en este caso aparecían fuertemente curvadas y entrelazadas. Para la investigadora Meetu Verma, coautora del estudio, esa morfología revela un campo magnético extremadamente tenso, el tipo de entorno donde es más probable que ocurra una liberación explosiva de energía.

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El trabajo apenas comienza. Durante noviembre, GREGOR generó cerca de 40.000 conjuntos de datos que ahora están siendo procesados y analizados.

Los científicos esperan que ese volumen de información permita comprender mejor cómo se forman y evolucionan las fulguraciones solares, procesos clave para anticipar fenómenos que pueden afectar satélites, comunicaciones y sistemas eléctricos en la Tierra. (I)