El módulo de aterrizaje InSight de la NASA aterrizó en Marte el 26 de noviembre de 2018 y desde ese día comenzó su misión de estudiar el interior del planeta.

Para cumplir este objetivo cuenta con tres instrumentos principales: un sismómetro para medir la actividad sísmica actual en Marte (SEIS), una sonda calorimétrica para cuantificar la temperatura de su núcleo planetario (HP³) y un instrumento que realiza mediciones de precesión (movimiento asociado con el cambio de dirección en el espacio) y nutación (ligera oscilación periódica) del eje de giro marciano (RISE).

Publicidad

Sin embargo, la sonda de calor, denominada “topo”, no funcionó acorde a lo planeado. Tras múltiples intentos infructuosos de perforación en el suelo marciano, solo ha excavado un máximo de 40 centímetros (estaba previsto alcanzar los cinco metros de profundidad), por lo que la NASA anunció en enero de 2021 que dio por finalizada la misión de esta herramienta.

Ilustración de la sonda Mars InSight excavando en suelo marciano. Foto: NASA

Si bien un instrumento no cumplió su tarea, el resto lo está haciendo a la perfección. El SEIS sigue detectando fenómenos sísmicos y el RISE continúa transmitiendo información sobre la rotación del planeta.

Publicidad

Según reporta el astrofísico y divulgador científico Daniel Marín, SEIS detectó su primer «martemoto» —terremoto marciano— en abril de 2019. Desde esa fecha, SEIS ha detectado más de 450 sucesos de origen sísmico.

Pese a todo, el trabajo de SEIS no es nada sencillo. Al no disponer de más sismómetros en otros lugares del planeta, filtrar el ruido y determinar el origen de estos terremotos es “complejo”, califica el científico en su blog.

Para filtrar el ruido del viento, los expertos se apoyan con los datos de la estación meteorológica española Twins. Muchos de estos terremotos tienen una duración de decenas de minutos y han sido detectados en el rango de frecuencias de 0,1 a 10 Hz.

Marín explica que son sismos bastante débiles, con un valor entre 1,5 y 4 en la escala sismológica de magnitud de momento (Mw) y, a pesar de que no se puede determinar su localización con certeza, se han producido en varios puntos de la superficie marciana.

Con estos resultados en la mano, InSight ya nos puede ofrecer los primeros datos del interior de Marte. La misión ha confirmado que Marte posee un núcleo líquido de hierro y níquel de gran tamaño (1.800 kilómetros) y que la corteza no es especialmente gruesa y está dividida en unas cuantas capas (estimada entre dos y tres).

El núcleo marciano parece tener una alta concentración de azufre —más del 18%—, un resultado muy “llamativo”, según Marín. En tanto, InSight ha descubierto un pequeño misterio: los terremotos marcianos parecen estar modulados por el Sol. Es decir, según la estación del año y la insolación total, hay más o menos terremotos.

El módulo InSight, que lleva dos años en Marte, recibió a principios de este año una extensión de misión para funcionar hasta diciembre del 2022, dándole tiempo para detectar más terremotos, remolinos de polvo y otros fenómenos en la superficie de Marte.

El equipo de la misión está en condiciones para seguir recopilando datos, pero la NASA informó que el creciente polvo de los paneles solares de la nave espacial y el inicio del invierno marciano llevaron a la decisión de conservar energía y limitar temporalmente el funcionamiento de sus instrumentos.

A pesar de que InSight esté limitada temporalmente, sigue estando activa, por lo que habrá más datos para analizar y refinar los modelos del interior de Marte. (I)