Tener una vivienda propia, ya sea una casa o un departamento, ha sido por décadas una forma de asegurar la estabilidad financiera y adquirir un patrimonio que puedan heredar los hijos y nietos.

Esta tendencia se ha remarcado especialmente en América Latina y El Caribe, donde la mayoría de la población históricamente ha preferido comprar una vivienda antes que arrendar. Sin embargo, las estadísticas de los últimos 20 años demuestran que la población más joven se está inclinando a alquilar en vez de comprar.

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En 2002, en la región había en promedio un 73,1 % de dueños y un 16,4 % de inquilinos, pero en 2022 se registró un 66 % de propietarios y un 20,9 % de inquilinos, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

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El crecimiento vertical crea más departamentos disponibles para alquilar. Foto: Sundry Photography / Getty Images Foto: Sundry Photography

“Hay una disminución promedio en la incidencia en la participación de propietarios en las últimas dos décadas en la mayor parte de los países de la región, tanto en el sector urbano como en el rural”, explicó Diego Aulestia, jefe de la Unidad de Asentamientos Humanos de la CEPAL, al portal DW.

En Chile, por ejemplo, el número de arrendatarios aumentó de 15,4 % a 25 %, entre el 2003 y el 2022.

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¿Por qué hay cada vez más inquilinos y menos propietarios?

De acuerdo a los expertos, hay varias razones por las que el panorama de la venta y el alquiler de propiedades se está transformando en Sudamérica.

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La crisis del mercado inmobiliario, el crecimiento de las ciudades y la inestabilidad del mercado laboral contribuyen a que la población económicamente activa de la actualidad prefiera arrendar y no comprar.

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Felipe Link, investigador asociado del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable, señala que la crisis del mercado inmobiliario se manifiesta con créditos más caros y tasas de interés más altas: “hay personas que deben arrendar porque no tienen la opción de comprar una vivienda”.

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Aulestia, en cambio, considera que el crecimiento de las urbes ha empujado a los potenciales compradores a la periferia de las ciudades y los habitantes se enfrentan a un dilema: ¿comprar una casa en las afueras o arrendar una vivienda en el centro de la ciudad?

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Asimismo, el desempleo y la falta de estabilidad laboral no otorga a los posibles compradores la garantía suficiente para embarcarse en el proceso de adquirir una propiedad o comprometerse a un crédito de largo plazo.

“Comprar lejos de la vida cotidiana puede salir más caro en transporte, mientras que arrendar puede tener ahorros o ventajas comparativas”, afirma Link.

En tanto que la globalización también juega un papel importante en la decisión sobre comprar o alquilar: “mucha gente no sabe dónde va a terminar viviendo y prefiere alquilar”, sugiere el sociólogo Julio Calderón a DW.

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Este es un fenómeno más presente entre la población joven, que aún no está segura de la ciudad en la que quiere establecerse, o en hogares de una o dos personas.

Precisamente por estas razones, los especialistas llaman a regular el mercado del alquiler y a proteger a las poblaciones que más alquilan, como los migrantes.

“A mayor vulnerabilidad, mayor informalidad del arriendo”, dice Calderón. (I)