Un total de 135 cardinales, con una media de 70 años y nombrados en su mayoría por el papa Francisco, se reunirán en cónclave para elegir al próximo pontífice. La representación europea aún domina, pero menos que en la última elección.
Como el límite de edad para ser convocado al cónclave es de 80 años, 117 cardenales no participarán en la elección del próximo lider de la Iglesia católica, prevista para principios de mayo.
El 5 de mayo podría comenzar el cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco
Entre los cardenales electores, los del Viejo Continente serán los más numerosos en la Capilla Sixtina, con 53 representantes, es decir, el 39%.
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CAPILLA SIXTINA: Construida entre 1477 y 1480, la Capilla Sixtina se encuentra en el flanco derecho de la Basílica de San Pedro, dentro del recinto del Palacio Apostólico. Fue levantada a petición del papa Sixto IV y al parecer tiene exactamente las mismas medidas (40,5 metros de largo, 13,2 m de ancho y 20,7 m de alto) que el legendario templo del rey Salomón.
Este lugar es conocido por sus frescos, obras de Perugino, Botticelli y sus alumnos, y, sobre todo, por su bóveda, realizada por Miguel Ángel, quien pintó también el célebre ‘Juicio final’ en la pared situada frente a la entrada, justo detrás del altar.
Durante el cónclave, los cardenales se sientan en sillas de madera de cerezo con su nombre grabado, frente a unas mesas cubiertas con manteles beige y granate. Al fondo se halla una urna con la tapa adornada con dos figuras que representan corderos, en la que se depositan las papeletas de voto.
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En el centro, hay un atril con un Evangelio abierto ante el cual los cardenales juran mantener el secreto de cuanto allí se diga.
La capilla cuenta con dos estufas conectadas a la misma chimenea de la que sale la única indicación de lo que ocurre en el interior.
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En una estufa, la más antigua, se queman las papeletas de votación y las notas de los cardenales. La otra, más moderna, sirve para anunciar el resultado de la votación. De esta última, con ayuda de productos químicos, sale humo negro (si los cardenales no llegan a un acuerdo) o blanco, cuando se ha elegido a un nuevo papa. (I)