Álex Córdova es un experto en comunicación social que creció en el Guasmo, en el sur de Guayaquil, criado por sus abuelos maternos y su madre ya que su padre nunca lo reconoció.

Desde allí, sin quererlo, rompió el esquema de no crecer bajo el concepto tradicional de familia (mamá, papá e hijo).

Y, además, rompió otro estereotipo: el del prejuicio de que por crecer en un barrio marginal no alcanzaría sus objetivos profesionales y se volvería un delincuente, drogadicto o alcohólico.

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Historias que rompen moldes: “Me di cuenta que en realidad no había razón para esconder esa parte de mí”

Son conocidos los de estas bandas de ahora, pero mi hermano y yo nunca fuimos iguales que ellos. Mi abuela siempre nos enseñó que en la vida hay que manejarse correctamente y nos inculcaba los diez mandamientos”, asegura.

En ese afán, al darse cuenta de las limitaciones económicas, salía a vender naranjas y agua desde que tenía siete años en las canchas improvisadas de los barrios.

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“Mi abuela era costurera y después tuvo una despensa, con eso mantenía el hogar ya que mi mamá me tuvo muy joven y estudiaba”.

Ahora, a sus 43 años, Álex ha tenido solo tres relaciones con mujeres a las que les ha sido leal y fiel, dice, pero nunca se ha casado por lo que sigue con su estado civil soltero.

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En Ecuador hay 5′914.606 personas mayores de edad que están solteras, según el último conteo nacional de población del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

Álex está en el grupo de los solteros que viven en Guayaquil.

Palpé el sufrimiento de mi madre y no quería repetir lo que hizo mi papá. A las mujeres se las respeta, por eso al comprometerme me olvido de todo y me centro en la relación. A mis hijos les digo que deben respetar a sus parejas”.

A la primera la conoció cuando ambos tenían 14 años de edad. “Éramos parte del grupo juvenil de la iglesia a la que íbamos”.

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Más adelante de su adolescencia terminaron y Álex mantuvo una relación corta con otra chica, hasta que a los 20 años se volvió a encontrar con su primer amor y se fueron a vivir juntos.

Con esta última procreó cuatro hijos durante 18 años de vivir juntos, pero nunca se ha casado por convicción y también por las circunstancias.

”En los 18 años que estuvimos juntos peleábamos mucho y nunca hablamos de casarnos”, dice.

Un año después que terminó esta larga relación conoció a otra mujer, que era 14 años más joven que él, con la que vivió casi tres años.

Con ella sí habíamos hablado de casarnos, pero al final me dijo que se acabó el amor y me dejó”, afirma.

Así asumió más la convicción de no casarse y desde entonces encuentra la felicidad entregado a los dos hijos menores de edad que le quedan, una de siete y uno de diez, de los que se había alejado justamente por la relación que mantuvo con su último compromiso.

En el país se dieron 23.536 matrimonios durante 2023, según el INEC. Es 4,3 % menos que los 24.595 registrados en 2022. Todavía no se alcanza el pico de 2017, cuando hubo 28.771.

”No quiero saber de una nueva relación, me he vuelto desconfiado. Nunca supe la verdadera razón de la última ruptura, ni quiero saber. Estoy centrado en el trabajo y en cumplir mis metas. Suelo salir con amigos a jugar pelota”, comenta. (I)