Nota de Redacción: Esta historia es parte de una serie sobre migrantes que han decidido asentarse en Ecuador. Se publica los sábados en eluniverso.com


La fachada del edificio en el que Kaj Vilhelmsen opera su hostal, en la avenida Malecón Simón Bolívar y Padre Bautista Aguirre, tiene un aire sobrio, pero elegante. No hay ningún letrero afuera que deje saber a un transeúnte que ahí opera un hostal.

Una vez adentro, la impresión del edificio no cambia: se nota que fue construido como una edificación de lujo en su época, pero el pasar de los años le ha quitado ese brillo suntuoso. Se le nota la edad en sus acabados, en sus paredes, en sus ventanas pesadas. Vilhemsen, migrante danés de 59 años, calcula que el edificio debió haber sido construido hace alrededor de un siglo.

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Ese aire solemne, sin embargo, cambia una vez que se entra al hostal, en el primer piso del edificio, que Vilhemsen ha decorado él mismo.

Vilhelmsen explica que los varios artefactos, estatuillas, fotos y pinturas que adornan el lugar provienen de los 65 países que ha visitado durante su vida.

Las pinturas cerca de la ventana que dan a la ruidosa avenida Malecón, por ejemplo, las adquirió en Bali, Indonesia. Las fotos de jóvenes que tiene en el pasillo que lleva hacia las coloridas habitaciones pertenecen a víctimas del sanguinario régimen de Pol Pot en Camboya, que asesinó a un estimado de entre 1,5 y 3 millones de camboyanos durante su yugo. Dos estatuillas idénticas, pero en diferentes cuartos, a su vez, las adquirió en Filipinas.

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El amor lo trajo a Guayaquil

¿Qué lo llevaría a asentarse en Ecuador? Cuando Vilhelmsen explica lo que más le gusta del país, responde que le gusta el clima, y la vida más lenta que se viven en comparación con el país escandinavo.

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Sin embargo, la razón clave fue otra: se enamoró. Conoció a su exesposa, guayaquileña, por internet. Al año y medio de conocerse ella fue a visitarlo a Dinamarca. Luego llegaron a vivir en Guayaquil.

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Ahora tienen un hijo de 10 años que Vilhelmsen ve cada cierto tiempo. Lleva nueve años en Ecuador, pero hace poco más de dos años que comenzó con el negocio del hostal. En Dinamarca trabajaba como profesor, y dictaba materias como historia y matemáticas.

Explica que no se le hizo difícil adaptarse a vivir en otro país, pues ya estaba acostumbrado a viajar. “Es difícil escoger un recuerdo más memorable durante mis viajes, pero en Ecuador, por ejemplo, no hay otro lugar en el mundo como Galápagos. Es muy especial. También me gusta mucho que tienes sierra, amazonía, costa e islas en un solo país, eso me gusta”, indica.

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Sin embargo, dice que el negocio con el hostal no va bien, y la situación delincuencial le preocupa. En total tiene diez habitaciones disponibles, y cobra entre $ 20 y $ 30. También vende desayunos y bebidas.

Durante la pandemia de COVID-19 se dedicó a entregar almuerzos gratis a gente en situación de calle o que no pudieron ganar lo suficiente en el día para comer en el centro de Guayaquil. Lo hizo por cuatro meses al comienzo de la pandemia.

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Regalaba más de 70 almuerzos al día, todo con ayuda de donaciones de sus amigos en Dinamarca y un poco de personas ecuatorianas. Ecuavisa incluso le hizo un reportaje, que Vilhelmsen muestra en su teléfono con una sonrisa.

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“El Municipio no hacía mucho. Le dije a mis amigos en mi país que me ayuden con dinero y me puse a cocinar”. (I)