Casi la mitad de su vida, Fanny Caiza, de 69 años, ha estado ligada a la producción apícola, que no es más que la crianza y cuidado de las abejas, con las que se obtienen productos como miel, propóleo, cera, polen y otros.

Cuando Fanny supo que esa actividad era lo suyo, estudió ingeniería agrónoma y laboró en empresas públicas. A la par, cuidaba de abejas y recolectaba miel, pero en momentos esporádicos porque no tenía más tiempo.

“Comencé a capacitarme, leyendo e investigando porque antes no había internet, era mucha lectura. Entonces, como yo trabajaba, los sábados, domingos y feriados me dedicaba a la actividad apícola y comencé ya a producir miel”, cuenta y agrega que este proceso en su mayoría lo realiza la abeja.

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“El proceso para la obtención de la miel de abeja es interesante porque todo lo hace la abeja, ella busca las flores femeninas, que son las que le van a dar el néctar. Y la depositan en cada celdilla del panal y lo llenan. Cuando está lista la miel, viene otro tipo de abejita y produce la cera. Esta sella la celdilla y quiere decir que ya eso es una miel”, explica Fanny.

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Y también menciona que una cosecha podría ser a los ocho meses, dependiendo de la floración y el número de abejas. Entonces, Fanny, por el 2006, era apasionada realizando esa actividad cuando podía, hasta que sufrió un robo: “me bajaron toda la moral y me tuve que ir del país”, relata.

Sin embargo, las ganas de continuar con esa tarea hizo que Fanny regresara a Ecuador y a través de un préstamo con un familiar, decidió iniciar de nuevo, esta vez dedicándole todo su tiempo. Ese regreso fue con diez colmenas de un solo piso. “Luego fui poniéndole el segundo piso, los marcos y llegué a tener 200 colmenas”, indica.

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Ese avance fue fruto de un arduo trabajo, pero luego de sufrir un ataque en su hacienda, donde colocaron insecticida e incendiaron las abejas, logró salvar 80 colmenas. A pesar de esos golpes, Fanny se muestra “aguerrida” y hasta sacó más productos.

Ahora, además de la miel, polen, propóleo, posee jarabe expectorante, hidromiel, jabones, champú, velas, bálsamo para labios, y su famosa pomada de veneno de abeja: sirve para enfermedades como artritis, artrosis, sinusitis, dolores musculares, entre otras dolencias. Los costos van entre $ 2 a $ 22.

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La producción apícola es la crianza y cuidado de las abejas, con las que se obtienen productos como miel, propóleo, cera, polen y otros. Foto: Belén Zapata.

“Yo extraigo el veneno. Antes la gente lo hacía a través de picaduras y hay mucha ignorancia en el tema y no es ofender a las personas, sino que esos no son los procesos. Yo me capacité con gente experta y me enseñaron a extraer el veneno sin causar la muerte de la abeja”, afirma Fanny, quien además es apiterapista y asegura que no solo se trata de colocarse la crema, es necesario un diagnóstico.

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Esta emprendedora usa abejas africanas y ya sabe su comportamiento y hasta qué flores les agradan más. Cuando las abejas se le acercan a una área lejana a las colmenas, no las espanta, señala que solo hay que dejarlas que anden en su espacio. Ahora, si está cerca de las colmenas, enfatiza que siempre usa sus equipos y el humo para espantarlas.

“Siempre estoy pendiente que las abejas tengan agua porque así como necesitan las flores, también agua porque si no tienen las condiciones para sobrevivir, se van. Yo trato de mantener su paraíso para que no me abandonen”, dice Fanny entre risas.

La emprendedora vende su productos sobre todo en ferias y ciertos en tiendas especializadas como en Samborondón, vía a Daule o a domicilio. Su producción en venta bordea las 300 unidades mensuales.

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Para la productora apícola, emprender es sacarle provecho a una actividad. “Si vamos a emprender en algo que no nos va a generar, entonces ni para qué empezar. Además, hay que darle el valor agregado y es la diversidad. Por ejemplo hay días en que no se vende ni una miel, pero sí jabones y champú”, expresa.

Fanny indica que este proceso es complicado porque no hay más alternativa. “A los 69 años no dan trabajo, entonces es mejor hacer algo propio. Pero, no es emprender por emprender. Uno tiene que estar ahí, es importantísimo, tener metas, conocimientos”, subraya.

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La mujer indica que esta actividad es de amor y cada logro lo celebra como comprarse un generador de electricidad para tener agua, el cual se lo habían robado; arreglar cada espacio de la finca como poner más asientos, mesas. Dice que todo es de a poco.

“Gracias a Dios seguimos y ya tenemos agua potable, hicimos este esfuerzo económico. Ya podemos regar las plantas, las abejas tienen agua. Dios quiera que en un futuro ya tengamos la luz y completar los servicios básicos y tener una casita decente”, sostiene Fanny.

Su sueño no se completa con la venta de productos sino de capacitar a más apicultores en la parte medicinal y hasta abrir el espacio para turismo, que vivan la experiencia de extracción de miel.

Fanny señala que todo se logra con esfuerzo y cree firmemente que lo hará. “Por eso cuando emprendes es importante que te sientas más cómodo. Eso es importantísimo porque sino te vas a sentir con una camisa de fuerza que tienes que hacerlo porque toca. Piensa que lo que haces es para mejorar cada día”, afirma Fanny, quien ama ver cómo las abejas se acercan a sus flores y escuchar sus zumbidos. (I)