Lo que empezó como un sobrevuelo en un avión ultraligero para la observación de megafauna marina en las islas Galápagos terminó como una “desgracia con suerte” para Alberto Andrade, pescador y director del Colectivo Frente Insular. El pasado 12 de abril Alberto, junto al piloto Julio César Vizuete, se embarcaron en la aeronave para participar como observador de especies en un estudio científico en el archipiélago.

No era la primera vez que realizaba este tipo de vuelos. De hecho, su lucha para la protección de los océanos y para impulsar, junto a otras organizaciones, la creación de la Reserva Marina Hermandad lo ha llevado a abordar en varias ocasiones este tipo de aviones. Alberto cuenta a EL UNIVERSO que su experiencia en el mar y la del piloto en el aire logró una sinergia que les permitió afrontar con tranquilidad una falla en el avión que terminó en el amerizaje (aterrizaje sobre el mar) del mismo, pasar una noche sobre una boya salvavidas en medio del océano Pacífico y tomar la decisión de anclar dos líneas de vida por si alguien fallecía.

Hallan con vida a dos personas que iban a bordo de avión ultraligero que desapareció en Galápagos

¿Las condiciones climáticas y de la aeronave eran óptimas para volar ese día?

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El piloto, antes de despegar, me dio todas las instrucciones, me enseñó dónde estaba mi chaleco salvavidas y cómo utilizarlo. Incluso me habló de lo que pasaría si se realizaba un amerizaje (aterrizaje en el mar) y como hombre de mar también sabía estos protocolos.

Despegamos entre las 09:40 y las 10:00 del miércoles 12 de abril desde San Cristóbal. Era un excelente día para volar por el buen viento, visibilidad y nubes. Mi labor era realizar anotaciones cada 10 minutos en mi GPS y en una bitácora sobre las especies que avistamos.

¿Cuándo empezaron los problemas?

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Llegamos a un sector conocido como isla Plaza y estábamos en contacto permanente con la torre de control. Luego tomamos rumbo a isla Isabela. Hasta allí no hubo problemas. De hecho hicimos anotaciones de megafauna: tortugas, mantas gigantes, delfines, peces. Ya íbamos hacia el norte de la Reserva Marina Hermandad. Subimos y bajamos sin problemas. Vimos plantados (sistemas agregadores de peces) que eran de pesca industrial ilegal. Teníamos tres horas de vuelo. El plan era llegar a Fernandina.

No muy lejos de allí escuchamos un ¡tac! (sonido fuerte). El capitán no se asustó y me supo indicar de forma tranquila que no sabía qué pasaba. Al principio pensó que era algo de la condensación, que solía pasar, pero que era algo breve, ya que él había hecho todos los procedimientos con el sistema de combustible.

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Pero me preguntó si la gasolina para aviones usada en Galápagos se fusiona con gasolina para carros y le contesté que eso era un gran problema en las islas, la calidad del combustible. Porque incluso las embarcaciones rápidas que suelen usar ese combustible tienen problemas con los filtros porque se llenan con una mezcolanza blanca. En la pesca yo he vivido este problema.

Por lo que el piloto navegó hacia Punta Vicente Roca buscando tierra. Estábamos ansiosos, pero tranquilos, aunque el avión ya estaba fallando. El piloto pensó que sí podía llegar a Isabela, pero recapacitó al ver que perdíamos altitud, por lo que me dijo que me prepare para el amerizaje. Fue todo tan rápido, ya veníamos volando bajo.

¿Quiénes son los ocupantes de la aeronave ultraligera que estuvo desaparecida en Galápagos?

Alberto y Julio desplegaron un paracaídas para utilizarlos como ancla. Foto: Cortesía

Entonces, ¿la falla del avión se da por la calidad de la gasolina?

Eso mismo. En Galápagos tenemos un gran problema de contaminación de combustible (baja calidad). Esto incluso lo viven las lanchas rápidas. Se hace un procedimiento de asentamiento de la gasolina. El piloto desconocía esto. Esto es un problema estatal porque ya no hay el subsidio (para el combustible de avión) y no tenemos una calidad óptima del combustible y eso pudo habernos costado la vida.

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El avión no está hecho para aterrizar en el agua y peor aún con corrientes oceánicas, ¿fue duro el amerizaje?

Antes del amerizaje el piloto me pidió que alistara la boya salvavidas y los chalecos. El amerizaje fue muy sutil y por eso no tuvimos lesiones ni nada por el estilo. Ya con el avión en el mar, pues el agua comenzó a entrar, por lo que salimos y segundos después se inundó la cabina.

Salimos y el capitán me preguntó si logré sacar la boya y le dije que no. Decidí realizar una inmersión para sacar la boya, lo logré y el capitán la infló. Luego amarré la boya a la cola del avión.

Este tipo de aeronave está construida con materiales que le permiten estar a flote durante un buen tiempo, por eso que es hago un nudo corredizo y me até detrás del timón (cola) para intentar sacar otros elementos de la nave, pero como estaba saliendo combustible la norma internacional dice que es preferible esperar, ya que había peligro de un explosión.

¿Lograron enviar mensajes de alerta o pedir su rescate?

El capitán ya había activado las llamadas de emergencia y reportó que estábamos en peligro a la torre de control antes del amerizaje. Además, activó el sistema de geolocalización. También sacó del avión el GPS y los celulares.

A pesar del agua, el GPS funcionaba y fue una herramienta que nos dio paz y vi que la corriente estaba entre 2,3 y 2,5 nudos, y la posición me daba que estábamos rumbo al norte y esto nos estaba sacando del cuadrante de la planificación de vuelo. Esto me preocupó, ya que como no conocía el avión no sabía qué podíamos usar como una piragua o ancla flotante para saber hacia dónde iba la aeronave porque era muy liviana y no tenía fuerza de arrastre como una embarcación.

Le comenté eso a Julio, por lo que me sugirió que bajáramos los alerones. Con esto, la cola (timón) tomó rumbo noreste, es decir, hacia la isla Pinta y esto me devolvió la sangre al cuerpo y, de hecho, bajamos la velocidad a 1,3 o 1,5 nudos.

El piloto luego infló una boya de contingencia y la puso debajo de la cabina del avión y esta maniobra fue bastante MacGyver (ingenioso) porque evitó que el avión se hunda.

Un avión ultraligero que cubría ruta San Cristóbal- Isabela fue declarado desaparecido

Alberto Andrade luego de ser rescatado por una lancha guardacostas. Foto: Cortesía

Si bien amerizar de emergencia y estar en medio del vasto océano debe ser atemorizante, la experiencia suya como pescador y la de Julio como piloto les dio una relativa tranquilidad de que estarían bien.

Fue un matrimonio perfecto en esa situación y eso nos dio tranquilidad. Teníamos hidratación y alimentación (del kit de emergencia). La ropa (que estaba mojada) la pusimos en la cola para que se seque.

La noche en el mar es totalmente oscura, fría y silenciosa. ¿Cómo pasaron esas horas?

Fue muy tranquilo. Tuve más frío que el capitán porque mi ropa no se terminó de secar y el lado donde yo estaba (en la boya) estaba más mojado, pero lo sobrellevamos. De repente vimos luces rojas (a lo lejos) y asumimos que eran barcos de pesca ilegal, ya que por ese sector hay mucha de esta actividad, pero decidimos que mientras no estén cerca no nos íbamos a desgastar gritando porque no iba a funcionar.

Al amanecer y al ver que la ayuda no llegaba, ¿cuál era el plan que intentarían implementar?

Con el capitán concordamos en que debíamos intentar frenar más la velocidad del avión (que seguía flotando hacia el noreste). Decidimos desplegar un paracaídas que había en la aeronave y que no lo activamos antes por el riesgo de incendio que había el día anterior.

El piloto activó el paracaídas y yo lo amarré entre la cola y las alas. Eso también nos ayudaría a ampliar la zona de visibilidad (para que los vieran desde el aire) y distribuirlo como una especie de funda para llenarlo de agua y que haga peso en el timón, y, a su vez, nos ayude a pescar, ya que en la noche podíamos ubicar una linterna dentro del paracaídas para que los pescados queden varados dentro. Esta técnica ya la había realizado en otras ocasiones y me había funcionado. También nos ayudaría a captar agua.

Logramos que la fuerza de arrastre quede casi en un nudo. Con el rumbo marcado en el GPS, si no llegaba la ayuda, asumíamos que encontraríamos tierra (luego de varias semanas) por Panamá o Costa Rica. Si no corregíamos el rumbo iríamos hacia Australia, donde estábamos seguros que tendríamos meses de agua.

Además, amarramos dos líneas de vida (cuerdas) para, de ser el caso y que Dios no lo permitiera, uno de los dos fallecía amarrar el cuerpo y que no se pierda.

En la mañana pasaron dos aviones, no sabemos si era el mismo, pero no nos vieron. Sin embargo, yo estaba seguro de que era cuestión de horas para que nos rescataran porque habíamos hecho todo el dispositivo de contingencia bien.

El avión ultraligero se mantuvo a flote por los materiales con el que fue construido y por las pericias de Alberto y Julio. Foto: Cortesía

¿Cómo fue el rescate?

A las 11:40 yo ya estaba exhausto por el trabajo con el paracaídas. Por lo que decidimos turnarnos para descansar y dormir. Me acosté y a los minutos el capitán me dijo que estábamos salvados y que nos venían a ver.

¿Qué sintió al enterarse de que estaban a salvo?

En vez de darme alegría me dio coraje (ríe) porque pensé que el piloto estaba bromeando y yo recién quería descansar, pero al alzar la cabeza veo al piloto haciendo señas a la lancha guardacostas Darwin y luego esta hizo los pitidos correspondientes. Enviaron una embarcación menor llamada Sodiac para que realicemos el trasbordo. (I)