Este lunes 3 de febrero, a las 16:30, en Urcuquí, localidad ubicada a 23,8 km de Ibarra, se realizaron las honras fúnebres de Bolívar Orlando Rosales Morocho, cabo segundo de la Policía Nacional.
Su pueblo le rindió tributo y lo despidió en medio de recuerdos, llanto y mucha tristeza. Jorge Rosales, quien conoció desde temprana edad a Bolívar Orlando, manifestó que fue una persona respetuosa que se ganó el cariño de la gente.
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El agente perdió la vida el pasado sábado, 1 de marzo, en Esmeraldas, cuando repelía un ataque armado provocado por dos sujetos que intentaban escapar en una moto, tras asesinar con un arma de fuego a un ciudadano, en el sur de Esmeraldas. Los dos involucrados en esta muerte violenta fueron victimados.
El féretro en el que fue transportado el uniformado desde la ciudad de Esmeraldas fue recibido en la Subzona de Policía de Imbabura, en Ibarra, donde se levantó el sábado 2 de marzo una capilla ardiente, justo cuando la institución celebró 87 años de profesionalización y 179 de institucionalización.
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En la noche llegó el ataúd a Urcuquí, tierra natal del policía asesinado. Las autoridades de Imbabura, Policía Nacional y vecinos de la localidad hicieron una calle de honor en la vía de ingreso al centro poblado de Urcuquí.
Un muerto y siete heridos, entre ellos dos policías, en balacera registrada en Bastión Popular
Escenas de dolor y llanto se vivieron durante el recorrido hacia la Municipalidad, en la cabecera cantonal. Motorizados con las sirenas activadas anunciaban la triste llegada del efectivo policial.
“Se fue vivo a Esmeraldas y regresa en una caja mortuoria sin vida”, indicaron sus familiares, que desconsolados lloraban la muerte de un nuevo servidor policial.
En el salón principal del Municipio de Urcuquí se realizó el recibimiento de Rosales, en ese local se efectuó el velatorio y se escucharon mensajes de solidaridad. Los familiares debieron viajar a Esmeraldas con la finalidad de retirar el cadáver y realizar los trámites correspondientes para trasladarlo a Imbabura.
Los mandos policiales de la Zona 1 también rindieron un homenaje al suboficial. Sus compañeros aseguran que el riesgo al momento es alto en esta provincia costera que linda con el Pacífico.
Ana Morocho, su madre, recordó que hace ocho años se incorporó su hijo a las filas policiales, pero añadió que jamás pensó que el final iba a ser trágico.
Bolívar Rosales, su padre, indicó que el cabo segundo deja una esposa joven y en la orfandad a una menor de 4 años.
La ceremonia eclesiástica de cuerpo presente se efectuó en la iglesia Matriz de la cabecera cantonal. “Estos actos de violencia no nos doblegarán, la muerte del cabo segundo Orlando Rosales deja un gran vacío y un gran legado en la institución, comprometiéndonos a no dejar ningún crimen en la impunidad”, manifestó Yuri Narváez, comandante de la Subzona de Policía Imbabura. (I)