Era el laboratorio oficial del Estado ecuatoriano, y reconocido como uno de los mejores de Sudamérica; el centro científico del país con presencia internacional y con producción de estudios que suscitaron el interés y la visita de expertos foráneos; era la voz de alerta de las enfermedades que se presentaban en Ecuador y de la vigilancia epidemiológica. Era también el centro que garantizaba y comprobaba la calidad y seguridad de los productos que consumía y usaba la población como fármacos, alimentos, cosméticos, plaguicidas, productos biológicos y otros, incluyendo los que eran para los animales.