Trabajar desde casa se convirtió en la rutina diaria desde que empezó la pandemia. Pasar horas sentado frente al computador sin cambiar de postura, estar pendiente del celular, de que la señal de internet no falle, entre cuatro paredes y escuchando los ruidos del vecindario son parte inevitable de jornadas agotadoras, con altos niveles de estrés.