El sonido de las hojas secas levantándose se deja escuchar entre las calles del barrio San Marcos, un conjunto de casas con estilo colonial que se ha mantenido con el pasar de los años en medio de la acelerada vida rutinaria del centro histórico de Quito.
El sonido de los carros es el único que interrumpe esa paz de manera momentánea. Sin embargo, como no son muchos los vehículos que transitan por la calle Junín (avenida principal del barrio), la calma vuelve de inmediato y las personas escuchan sus pasos.
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Recorrer la plaza que permite el ingreso a la iglesia que fue remodelada es un camino de tranquilidad, aunque no todo es silencio. Los fines de semana, los feligreses que asisten a misa comparten un ambiente de alegría antes y después de la celebración en la iglesia católica.

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Uno de los personajes del barrio es doña Olga Calderón. La mujer de 75 años trabaja de vigilante en los espacios donde está permitido parquear, frente a la plaza de San Marcos. De lunes a viernes, desde las 07:00 hasta las 17:30, camina con su chaleco anaranjado y un sombrero que le cubre el rostro de los rayos del sol.
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Ella es feliz en su trabajo, le sirve para cubrir los gastos de arriendo y alimentación, no tiene otra responsabilidad, pues sus hijos ya son casados y tienen sus respectivos hogares. Doña Olga puntualiza que no trabaja más tarde de su horario regular, pues sabe que no debe exponerse ante la delincuencia. “Más tarde ya queda botado, entonces por seguridad ya me retiro”, expresa.
Su zona de trabajo está impecable, “yo no les dejo que ensucien la calle, rápido les digo que limpien si alguien bota una basura”, señala con voz determinante, aunque en los ojos y voz mantiene una cariñosa manera de conversar.
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Entre los vecinos todos se conocen, esta es una de las características que intentan mantener a pesar de la expansión urbana que tiene la capital de Ecuador y la llegada de migrantes, especialmente al centro histórico, por la oportunidad de propuestas comerciales.
Fernando Ontaneda vive en San Marcos alrededor de quince años, con orgullo comenta que un experto en historia de la ciudad le considera a este barrio como la González Suárez del centro histórico, haciendo alusión a uno de los barrios más exclusivos de la capital.
“Tiene casas históricas, la gente aún vive dentro de ellas, tradicional e históricamente el barrio de San Marcos ha trabajado mucho en el arte, la cultura y la unión de las familias”, agrega el ciudadano que sale muy a menudo a pasear a sus dos mascotas, junto con su esposa.
Además, resalta que la iglesia y la casa parroquial se encuentran restauradas, al 100 %, para albergar todos los eventos que necesiten los vecinos de este lugar. A un lado del parque se encuentra la Unidad de Policía Comunitaria (UPC), los agentes salen a vigilar las calles durante la tarde, pues en la mañana, aunque también están presentes, no tienen muchas novedades.
Caminar por estas veredas da cuenta de lo mágico y motivador que fue desde su creación el centro histórico. La arquitectura de las casas permite un paseo por una galería que retrocede en el tiempo y que solo es un abreboca de lo que se esconde tras sus puertas.
En la misma calle Junín existen tres museos: Manuela Sáenz, de Arquitectura y Muñoz Mariño, de acuarela. En este último funciona también un restaurante y cafetería que propone una fusión entre lo colonial y lo actual.
A pocos metros también se ubica uno de los hoteles más representativos de Quito. El ILLA Experience Hotel es una construcción de tres plantas que tiene diez suites, y que permite recrear distintos tipos de arquitectura de las épocas colonial, republicana y contemporánea.
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Con un restaurante de alta cocina y varios reconocimientos internacionales, este lugar convierte la visita de los turistas a la capital en una experiencia que tiene como principal escenario al barrio de San Marcos.
En este camino también existen galerías de arte, de pintores y artesanos muy hábiles que están dispuestos a abrir sus puertas y compartir sus obras. Los visitantes incluso pueden adquirir una de estas obras que son únicas y variadas.
Así, San Marcos, todos los días junta los esfuerzos de los vecinos para que mantenerse como un barrio tranquilo, organizado y ordenado, aunque está junto a La Marín, un sector que maneja una realidad diferente, en la que trabajan las autoridades para disminuir los índices de delincuencia. (I)