Mauricio Gallegos toma un hilo blanco con el que envuelve un pequeño trompo de madera, de abajo hacia arriba, lo lanza al aire con un pequeño giro hacia la derecha y lo hace bailar en el piso de su local, ubicado en La Tola, en el centro-oriente de Quito.
Mientras el trompo da vueltas sobre su propio eje cuenta que su abuelo paterno, Alfredo, lo llevaba a él y a otros miembros de la familia al parque Itchimbía para hacer volar cometas.
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“Nos hacía elaborar las cometas. Mi papá y mis tíos, todos sabemos hacer cometas”, dijo. Contó que había cometas pequeñas, en forma de estrellas o de faroles.
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Agregó que en Quito hay juegos que se van extinguiendo con el paso de las generaciones. Cuando participan en animación de fiestas infantiles juegan sapos, rayuelas, rondas. Rememoró que cuando tenía 5 años se jugaba el denominado cuni cuni o la guaraca.
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Del linaje familiar viene su afición por la elaboración de los juegos populares, aunque su padre prefirió dedicarse a ser entrenador deportivo; pero su abuelo fue, además de elaborador de cometas, zapatero, sastre o “siete oficios, catorce necesidades”.
De 42 años y de profesión docente, toma el trompo y lo lleva hasta la palma de su mano.
Gallegos forma parte del Colectivo Cultural Recrearte, una organización que empezó en el año 2000 en el barrio La Tola como un grupo juvenil con propuestas interactivas en colonias vacacionales que buscaban rescatar el manejo de los juegos tradicionales. Luego se centraron en reactivación de los juegos, fabricación, capacitación, teatro, danza, zancos.
Esa organización se estableció como una de sus metas el recuperar el patrimonio cultural intangible de la capital.
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Dentro de los juegos tradicionales están los trompos, los yoyos, baleros, perinolas, cometas, zancos y rayuelas.
Gallegos mencionó que el tiempo de elaboración, por ejemplo, de los trompos depende del tamaño, ya que hay grandes y pequeños. El costo varía si la persona desea que sean decorados, pintados o con acabados, con lo que el valor aumenta. También depende del material. Los más baratos cuestan $ 2, pero los hay hasta de $ 200.
Recuerda que en 2009 participaron en un campeonato nacional de trucos de trompo que se llevó a cabo en el estadio Modelo de Guayaquil. Llegaron varias delegaciones, pero su organización ganó.
“Tengo la condecoración como campeón nacional de trucos de trompo”, dijo orgulloso.
En enero del 2024 esperan abrir su local en la calle La Ronda, en el centro histórico, para además de ofrecer los juegos hacer talleres demostrativos para que los visitantes puedan ver todo el proceso de elaboración.
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Ve improbable que haya mucho interés en la juventud sobre el oficio, porque mencionó que no sería tan rentable debido a que los jóvenes prefieren aquellas carreras que prometen una buena proyección económica, y los oficios como el de elaborar juegos tradicionales o ser zapatero, sastre, herrero van desapareciendo.
Sin embargo, sus dos hijas, de 7 y 5 años, seguirán la tradición familiar. Una de ellas ya lo demostró: ganó un concurso de trompos. (I)