Aunque la emergencia por el COVID-19 terminó en Ecuador, algunos pacientes siguen padeciendo secuelas.

En mayo del 2023, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la terminación del COVID-19 como una emergencia sanitaria. El 31 de enero de 2020 se declaró como tal al virus.

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El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, aseguró que el virus dejó de ser una emergencia, pero seguía siendo una amenaza.

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El director de la OMS es Tedros Adhanom Ghebreyesus. Foto: Getty Images

El 11 de mayo de 2023, el Comité de Operaciones de Emergencias (COE) nacional se acogió a la decisión de la OMS de poner fin a la emergencia en salud pública de importancia internacional, anunciada el pasado 5 de mayo, a causa del COVID-19.

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Según los registros epidemiológicos del Ministerio de Salud Pública (MSP), de marzo de 2020 a mayo de 2023, el Ecuador tuvo 1’065.013 casos confirmados de COVID-19 por laboratorio y 67.527 defunciones (confirmadas y probables).

Sin embargo, hay casos de personas que continúan con malestares por varios meses.

Gabriela Zambrano, especialista en medicina interna con maestría en enfermedades infecciosas, es una de las expertas que atienden en su consultorio a pacientes que no logran superar la enfermedad.

Explicó que es un cuadro clínico que se produce luego que la persona cursó un cuadro agudo de coronavirus. Se presenta, agregó, luego de cuatro semanas de haber presentado una infección por esa enfermedad.

Ese lapso de tiempo suele llamarse síndrome posagudo de COVID-19, pero también existe el COVID prolongado que es cuando un paciente mantiene síntomas o tiene síntomas persistentes como fatiga, taquicardia, palpitaciones, dolores de cabeza, dolores musculares, que pasan de las cuatro a las doce semanas.

Es decir, persisten, a pesar de que ya tuvo la fase aguda.

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En los días y meses más críticos de la pandemia del COVID-19 en Ecuador, una unidad móvil de una universidad llegó a diversos rincones del país para hacer pruebas gratuitas. Foto: Cortesía UEES

Se caracteriza, expresó, por una desregulación del sistema inmunológico, además de mayores posibilidades de formación de coágulos o trombos a nivel del pulmón o del corazón.

Los pacientes suelen presentar fatiga, cansancio y niebla mental, taquicardias, entre otros síntomas e incluso el incremento de diabetes e hipertensión arterial.

También hay aumento de enfermedades autoinmunes como lupus, artritis. Esto, independientemente de la gravedad de la infección. Está sucediendo en niños y adultos, puntualizó.

Refiriéndose a estudios latinoamericanos, dijo, hay pacientes que tienen enfermedades como diabetes, hipertensión u obesidad que son más propensos a ser afectados por COVID prolongado. También aquellos que fueron hospitalizados y hayan requerido oxígeno o ventilación mecánica son propensos.

La especialista añadió que es importante la prevención en referencia a la vacunación. Señaló que lo mejor es actualizar la vacuna que está disponible en todos los centros de salud del MSP. La inmunización reduce la posibilidad en casi un 46 % de padecer esas condiciones médicas poscovid.

“Mientras menos vacunado esté el paciente más posibilidad hay de tener long covid. Si tiene vacunación completa, que en este momento, serían al menos cinco dosis, y que hayan actualizado su vacunación con la más moderna, que es contra la variante XBB.1.5, menos posibilidad de padecer estas condiciones poscovid”, dijo.

Acerca de un tratamiento específico, Zambrano manifestó que depende del cuadro clínico, pues hay personas que son más propensas a tener manifestaciones cardiacas o cardiovasculares, y otras más neurológicas como trastorno del sueño, ansiedad, depresión.

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Ecuador implementó una campaña de vacunación contra el coronavirus. Foto de archivo. EFE/ José Jácome Foto: Archivo

Zambrano señaló que todos los días trata estos casos en su consulta privada. Los síntomas pueden llegar incluso hasta dos años en algunos pacientes, por lo que deben abandonar su trabajo o padecen secuelas, por lo que deben rehabilitarse.

En su consulta ha tratado a personas que tienen más de un año y los síntomas fluctúan, es decir, van y vuelven, que lo atribuyó a un trastorno que lo llamó inflamatorio crónico.

Las universidades Católica y Central llevan adelante una investigación sobre la presencia del COVID prolongado.

Está dirigido a pacientes y profesionales de la salud. Es un estudio de 30 minutos a una hora a través de internet o en persona.

Iván Dueñas, doctor en Biomedicina y profesor universitario, mencionó que a los pacientes se les indaga acerca de cómo ha sido el proceso de haber sufrido la enfermedad y posteriormente de tener manifestaciones crónicas.

A los profesionales de la salud, en cambio, se busca consultarles si han encontrado barreras para ese diagnóstico. Esto porque se deben descartar otras patologías más frecuentes. Explicó que hay manifestaciones clínicas a nivel respiratorio, cognitivo, neurológico, cardiovascular, inmunitario.

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Ciudadanos esperaban para realizarse pruebas PCR para la detección del covid-19 en Quito (Ecuador), en una fotografía de archivo. EFE/José Jácome Foto: José Jácome

Se busca establecer estrategias de diagnóstico, pues no hay una unidad que permita determinarlo usando exámenes de sangre, por ejemplo, opinó.

El COVID prolongado es cuando han pasado doce semanas después de un primer ataque agudo de esa enfermedad con dolencias como fatiga, falta de aire, tos, dolor de pecho, dificultad para percibir sabores y olores, pérdida de la concentración y de la memoria, indicó el galeno.

Se harán al menos diez entrevistas a pacientes, así como a galenos con entrevistas cortas.

Dueñas citó datos de la OMS, según las cuales un 10 % de pacientes con coronavirus han sufrido prolongaciones de esa enfermedad. En Ecuador, manifestó, no habría una estadística debido a que no hay un diagnóstico uniforme.

La investigación incluye indagaciones en Canadá para definir posibles desigualdades.

En ese país está Estefanía Espín, quien tiene un máster en Biotecnología Biomédica y realiza un doctorado en Medicina Experimental.

Una de sus labores es la de buscar señales biológicas o evidencias en el organismo manifestadas, por ejemplo, en sangre o radiografías, para COVID prolongado y conocer las experiencias de pacientes y médicos.

De dos a tres meses llevaría la recolección de la información. Luego habrá un tratamiento de lo obtenido por ese lapso de tiempo. Una vez listo será publicado en una revista internacional. (I)