El pequeño no paraba de jugar y corretear por los pasillos de la Unidad de Vigilancia Comunitaria (UVC) con una energía propia de sus dos años. Era ajeno a la diligencia que realizó durante cinco horas: la audiencia de procedimiento expedito para juzgar una contravención de violencia intrafamiliar que cometió su madre al golpearlo una y otra vez con puntapiés.