El uso de teléfonos celulares en las escuelas y colegios de Ecuador se ha convertido en un tema central de debate a raíz de las declaraciones de la ministra de Educación, Alegría Crespo, quien anunció que se está evaluando la posibilidad de prohibir estos dispositivos durante la jornada escolar.

La discusión, que ha desatado reacciones en redes sociales, pone en la balanza los beneficios y riesgos asociados con el uso de los celulares en el contexto educativo.

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Las declaraciones de la ministra Crespo se dieron el 28 de agosto, a pocos días del inicio del nuevo año escolar en el régimen Sierra-Amazonía, durante una entrevista radial con el medio Nueva RCN.

La ministra señaló que la prohibición del uso de celulares en los establecimientos educativos es una política en discusión, inspirada en medidas similares adoptadas en países del primer mundo.

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Crespo mencionó que la medida podría ser necesaria para combatir la inseguridad que, según ella, “también entra por los celulares”. Además, argumentó que existe una preocupación creciente sobre el impacto negativo de la tecnología en la concentración y el desarrollo neurológico de los estudiantes.

“Cada vez se vuelve más evidente el posible daño que causa el uso prolongado de la tecnología y, posiblemente, este supere a las bondades que se pueden encontrar en estos dispositivos”, afirmó.

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Mariana Rivera, directora de la Escuela de Educación de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE), enfatizó que el uso de celulares en el ámbito escolar es un tema complejo que requiere un análisis profundo.

Para Rivera, el celular puede ser una herramienta poderosa si se utiliza con objetivos claros y bajo la guía adecuada de los docentes.

Rivera destacó seis beneficios clave del uso de celulares en las escuelas:

  1. Acceso a información y recursos educativos: los celulares permiten a los estudiantes acceder rápidamente a información, materiales de estudio y recursos en línea, como tutoriales y aplicaciones educativas, que pueden complementar el aprendizaje en clase.
  2. Desarrollo de habilidades digitales: el uso de la tecnología en el aula ayuda a los estudiantes a desarrollar habilidades esenciales para el siglo XXI, como la búsqueda de información y la familiaridad con herramientas de productividad.
  3. Facilitación de la comunicación y colaboración: los celulares permiten la interacción entre estudiantes y profesores a través de plataformas educativas y redes sociales, lo que promueve la colaboración y el aprendizaje activo.
  4. Personalización del aprendizaje: los dispositivos móviles permiten a los estudiantes aprender a su propio ritmo, ya que se utilizan aplicaciones y plataformas que se adaptan a sus necesidades individuales.
  5. Organización y gestión del tiempo: aplicaciones como calendarios y recordatorios ayudan a los estudiantes a organizarse mejor y gestionar sus responsabilidades académicas.
  6. Incorporación de realidad aumentada y ludificación: los celulares pueden ser una puerta de entrada a experiencias educativas más dinámicas, como la realidad aumentada y los juegos educativos, que pueden hacer el aprendizaje más atractivo.

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No obstante, Rivera advirtió que estos beneficios solo se pueden alcanzar si existe un acompañamiento adecuado por parte de los docentes y si se establecen objetivos claros para el uso de estas herramientas en el aula.

A pesar de los beneficios, Rivera también mencionó varios riesgos asociados con el uso de celulares en el entorno educativo:

  1. Distracción y bajo rendimiento académico: los celulares pueden ser una fuente constante de distracción, especialmente si los docentes no integran adecuadamente la tecnología en sus clases.
  2. Ciberseguridad y privacidad: el uso de celulares en la escuela puede exponer a los estudiantes a riesgos de ciberseguridad, como el acceso a contenido inapropiado o el ciberacoso.
  3. Dependencia tecnológica: el uso excesivo de celulares puede llevar a una dependencia tecnológica, lo que afecta a las habilidades sociales y la capacidad de interactuar cara a cara.
  4. Desigualdad en el acceso: no todos los estudiantes tienen acceso a dispositivos de la misma calidad, lo que puede acentuar las desigualdades en el aula.
  5. Impacto en la salud física y mental: el uso prolongado de dispositivos móviles puede causar problemas de visión, postura inadecuada y aumento del estrés o ansiedad.
  6. Dificultad para regular el uso de la tecnología: establecer y hacer cumplir normas claras sobre el uso de celulares en el aula puede ser un desafío para los docentes.
  7. Usos no éticos de la tecnología: el mal uso de los celulares en el aula, como el acoso o la difusión de contenido inapropiado, también es un riesgo a considerar.

Rivera concluyó que, aunque los celulares y otras herramientas tecnológicas tienen el potencial de enriquecer el aprendizaje, también conllevan riesgos que deben ser gestionados adecuadamente.

Subrayó la importancia de la formación continua de los docentes en ciudadanía digital y la implementación de políticas claras que promuevan un uso responsable y seguro de la tecnología.

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Diego Paz, docente universitario y consultor internacional, se mostró en desacuerdo con la posible prohibición. Para él, prohibir el uso de celulares es una medida simplista y populista que no aborda las raíces del problema.

Paz argumentó que, en lugar de prohibir, se deberían enfocar en la educación y el uso responsable de la tecnología.

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Por su parte, Aranzazu Cisneros, docente investigadora del Departamento de Psicología de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), señaló que, según estudios realizados en países europeos, particularmente en los nórdicos, el uso de dispositivos móviles durante los procesos de aprendizaje puede derivar en dificultades de atención.

Limitar el acceso a los celulares en las aulas, sugirió, podría mejorar la concentración y los procesos de memoria y aprendizaje, especialmente en niños y adolescentes que aún están en etapas cruciales de desarrollo cognitivo.

Cisneros añadió que el problema no se soluciona únicamente con una prohibición, sino que se debe complementar con métodos pedagógicos efectivos y una formación adecuada de los docentes en el manejo de grupos y en estrategias psicopedagógicas.

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Es crucial, dijo, que los docentes sepan cómo utilizar las herramientas tecnológicas de manera que complementen y no obstaculicen el proceso de enseñanza-aprendizaje.

La discusión sobre la prohibición del uso de celulares en las escuelas y colegios de Ecuador es un reflejo de un debate más amplio sobre el papel de la tecnología en la educación. Mientras que algunos expertos destacan los beneficios potenciales de integrar los celulares en el aula, otros advierten sobre los riesgos asociados con su uso inadecuado.

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El Ministerio de Educación, a través de la ministra, respondió que continúa evaluando la mejor manera de abordar este desafío y toma en cuenta tanto las preocupaciones de seguridad como las necesidades pedagógicas.

Mientras tanto, el debate seguirá en curso con la participación de educadores, expertos y la sociedad en general, en busca de una solución que equilibre los beneficios de la tecnología con la protección y el bienestar de los estudiantes. (I)