En medio de la crisis energética que afecta a gran parte de Ecuador, las islas Galápagos se mantienen como un oasis de estabilidad eléctrica. Sin cortes de luz, esta provincia preserva un suministro constante de energía, principalmente gracias a la generación de centrales térmicas, fotovoltaicas y sistemas de almacenamiento en baterías.

Sin embargo, la vista al llegar al aeropuerto ecológico de la isla Baltra deja preguntas abiertas sobre los proyectos eólicos en el archipiélago. Tres aerogeneradores en Baltra, dos de ellos en movimiento y uno estático, han sido objeto de críticas y son conocidos por algunos locales como “tres elefantes blancos”.

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El proyecto eólico de Baltra comenzó sus operaciones el 22 de diciembre de 2014 como una iniciativa para fomentar la generación de energía renovable en un ecosistema vulnerable y reducir la dependencia de combustibles fósiles.

Con una capacidad instalada de 2,25 MW, este parque eólico fue conectado al sistema eléctrico de Santa Cruz a través de la interconexión eléctrica Baltra-Santa Cruz, una línea de 34,5 kW que se extiende a lo largo de 50 kilómetros.

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Sin embargo, en 2015, el sistema de interconexión sufrió problemas y tuvo que detenerse durante tres meses para mantenimiento, lo que reveló desde temprano las dificultades técnicas y el alto costo de mantener esta infraestructura operativa en condiciones óptimas.

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Para las islas Galápagos, el uso de energía limpia es especialmente importante debido a su ecosistema único y frágil. Aunque la generación eléctrica en las islas depende casi enteramente del suministro de diésel para las centrales térmicas de cada isla.

Según Joseph Sánchez, doctor en Ingeniería Ambiental e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), el archipiélago presenta condiciones ambientales que dificultan el uso de fuentes tradicionales de energía como la quema de hidrocarburos.

“La generación de energía a través de combustibles fósiles en Galápagos es limitada por el daño potencial que causa a su biodiversidad”, comenta Sánchez.

La contaminación atmosférica y auditiva, así como el riesgo de derrames que afecten los ecosistemas marinos, hace que la transición a energías renovables sea fundamental en la región.

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No obstante, implementar energías renovables en Galápagos ha probado ser un desafío. Los aerogeneradores, aunque presentan ventajas al reducir las emisiones de gases contaminantes, requieren de condiciones de viento adecuadas para su funcionamiento.

A diferencia de regiones continentales como Loja, donde el parque eólico Villonaco aprovecha las corrientes de viento generadas por diferencias de temperatura y presión, en Galápagos el clima tropical y los vientos suaves no siempre permiten que los aerogeneradores funcionen de manera óptima.

Esto implica que en ocasiones estos dispositivos necesiten un impulso inicial a través de combustibles fósiles, una paradoja que va en contra de la idea de una energía completamente limpia.

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Además de las dificultades propias del viento, los aerogeneradores en Galápagos enfrentan un desgaste acelerado debido a las condiciones de humedad y salinidad del ambiente, lo que ocasiona corrosión en los componentes mecánicos. “El mantenimiento en ambientes salinos como Galápagos es mucho más complejo y costoso”, indica Sánchez. Esto requiere técnicos especializados y piezas de repuesto que no siempre están disponibles localmente, lo que incrementa el costo de operación de estas máquinas.

José Raúl Castro, experto en energía de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), señala que los aerogeneradores en general tienen un factor de planta limitado, produciendo entre el 20 % y el 40 % de su capacidad instalada.

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“Este es un rango esperado a nivel global para este tipo de tecnología”, comenta Castro; sin embargo, cuando se deterioran el costo de mantenimiento sube y los tiempos de reparación se alargan, lo que los hace ineficientes en situaciones como las de Galápagos.

Mientras el parque eólico de Baltra enfrenta limitaciones, la energía fotovoltaica ha ganado terreno en Galápagos. A nivel mundial, la tecnología solar ha avanzado y se ha vuelto más asequible en comparación con la eólica. Esto ha facilitado la instalación de paneles solares en el archipiélago, cuyo mantenimiento es menor y solo requiere limpieza periódica para maximizar la captación de luz solar.

“Los paneles solares están encapsulados y no reciben directamente el impacto de la corrosión y la salinidad”, explica Sánchez, lo que los hace mucho más duraderos en el ambiente de las islas.

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Además, los sistemas de almacenamiento en baterías han permitido a Galápagos reducir su dependencia de generadores de diésel para casos de emergencia, un recurso que sigue siendo utilizado en el continente. Las baterías cargadas con energía solar permiten que, en caso de que haya problemas con el suministro, los habitantes de las islas no sufran cortes de luz.

La situación de los aerogeneradores de Baltra es un reflejo de los desafíos que enfrentan los proyectos de energía renovable en entornos complejos como el de Galápagos.

La combinación de altos costos de mantenimiento, condiciones de viento insuficientes y un ambiente corrosivo ha limitado la capacidad de estos aerogeneradores para contribuir de manera significativa a la matriz energética del archipiélago.

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A pesar de estas dificultades, las autoridades aún no han definido si se reactivará el parque eólico en Baltra o si será desmantelado. La inversión inicial en infraestructura y la presión por mantener a Galápagos como un modelo de energía limpia mantienen la esperanza de algunos residentes de que los generadores puedan ser restaurados y aprovechados nuevamente.

No obstante, muchos ven en ellos un gasto innecesario y los han apodado los “elefantes blancos” de la isla, una referencia a proyectos que terminan siendo más simbólicos que funcionales.

En un contexto en el que Ecuador sigue enfrentando una crisis energética y Galápagos emerge como un ejemplo de estabilidad eléctrica, es claro que el futuro de la energía en el archipiélago dependerá de decisiones estratégicas sobre el tipo de tecnologías que realmente puedan operar de manera eficiente y sostenible en su entorno único.

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Con las lecciones aprendidas de este proyecto, se prevé que las autoridades tomen decisiones más informadas para asegurar un suministro de energía sostenible y acorde con las necesidades y limitaciones del ecosistema de las islas Galápagos.

Este Diario intentó establecer contacto con el Ministerio de Energía y la Empresa Eléctrica de Galápagos para obtener una respuesta oficial sobre la situación de los aerogeneradores inactivos en Baltra y entender los motivos detrás de su falta de operatividad.

Sin embargo, hasta el momento de esta publicación, no se ha recibido respuesta por parte de dichas entidades. (I)