El 18,5 % de choferes de buses de transporte interprovincial e intercantonal de Ecuador tiene probabilidad de padecer apnea obstructiva del sueño (AOS), enfermedad que se caracteriza por la presencia de ronquidos y pausas respiratorias mientras se duerme y somnolencia durante el día.
Así lo determinó un estudio que analizó el riesgo del AOS con los accidentes de tránsito en conductores de buses.
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En el análisis, que estuvo a cargo del doctor investigador Iván Chérrez y un grupo de trabajo auspiciado por la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) y Respiralab, se determinó el riesgo de los conductores que podrían padecer el trastorno respiratorio, el mismo que basado en anteriores estudios internacionales representa un problema de salud ocupacional en la industria del transporte y contribuye significativamente en accidentes de automóviles.
En la investigación se buscó determinar la frecuencia de personas con probable riesgo de apnea obstructiva del sueño (AOS), con un cuestionario denominado Stop-Bang, la posibilidad de padecer de hipersomnolencia diurna excesiva con la escala de Epworth, así como la asociación de estas condiciones y los accidentes de tránsito.
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Para ello, los investigadores tomaron en consideración a un grupo de 340 choferes de transporte interprovincial e intercantonal del país. Luego de los análisis, se estableció que el 18 % (63) de ellos probablemente esté propenso de tener apnea obstructiva del sueño (AOS).
Según los investigadores, estos resultados sugieren que una proporción considerable de los conductores de autobuses ecuatorianos tiene un alto riesgo de AOS y se plantea la realización de estudios adicionales para determinar si las intervenciones adicionales podrían aumentar la seguridad vial al atender casos de este tipo de AOS que no hayan sido diagnosticados ni tratados.
Para Chérrez, el porcentaje de choferes en riesgo (18,5 %) podría ser mayor, ya que las respuestas podrían ser sesgadas por respuestas dadas por el mismo grupo estudiado.
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Por ejemplo, cita el caso de la débil correlación encontrada entre los que tienen alto riesgo de enfermedad y los accidentes de tránsito que sufrieron los conductores. No obstante, en varios estudios internacionales de la misma vinculación se ha determinado que quienes padecen de la anomalía tienen seis veces más probabilidades de sufrir siniestros viales. “Eso está perfectamente demostrado”, sostiene Chérrez.
A futuro, Chérrez dice que esperan confirmar el diagnóstico de los choferes y para ello augura la actualización de datos con un nuevo estudio en que participen más conductores que ofrezcan servicio de transporte interprovincial, intercantonal, urbano y de carga, y por lo menos aquellos que tengan alto riesgo se sometan a estudio de sueños a fin de determinar la prevalencia de la enfermedad, su severidad y escoger el tratamiento.
“Y de esa manera viene el beneficio para la persona, porque esta enfermedad aumenta el riesgo de hipertensión, diabetes, derrame cerebral y cáncer, y además de eso puede tener seis veces más el riesgo de accidentes de tránsito. Lo trata y le disminuye ese riesgo. Beneficio para el paciente y la comunidad”, comenta el galeno, y agrega que con el debido tratamiento se podría analizar en varios años el efecto positivo que tenga en los índices de siniestralidad en el país.
Esta enfermedad puede ser tratada dependiendo de la severidad (leve, moderada o severa). En el caso de quienes están en el nivel mayor deben usar un dispositivo de presión positiva continua en la vía aérea (CPAP, por sus siglas en inglés)
En Ecuador, según estadísticas de la Agencia Nacional de Tránsito, en el 2019 hubo 24.595 accidentes viales, en el 2020 se registraron 16.972 y el año pasado 21.352.
En esos mismos años hubo 50.630 lesionados y 5.902 muertos en emergencias viales a nivel general.
Integrantes de grupo investigador
Miguel Félix, María Belén Intriago Álvarez, Emanuel Vanegas, María José Farfán Bajaña, Zouina Sarfraz, Azza Sarfraz, Jack Michel e Iván Chérrez. (I)