Rider Leones llegó este lunes, a las 06:00, al cementerio de Canoa para preparar la tumba donde este martes sepultarán a la alcaldesa Brigitte García.

Había pegado ladrillos durante toda la mañana, enlució la bóveda y ya al mediodía se había tomado un descanso para almorzar. Saboreaba un caldo de hueso y arroz con camarones apanados mientras esperaba que se secara el cemento.

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“El calor ha estado fuerte”, expresa mientras descansa sentado encima de otra tumba. Construir la bóveda de la alcaldesa ha sido una mezcla de sentimientos, comenta. Ha tenido desde el domingo una pena grande, el llanto fácil, algo que no le había pasado antes con otros difuntos.

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Rider, de 64 años, lleva casi 40 trabajando como albañil. No recuerda bien el número de bóvedas que ha construido, pero a este pedido, el de hacer la tumba de la alcaldesa, era imposible negarse.

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“Yo conocía a esa niña, a la alcaldesa, desde chiquita la veíamos por las calles de Canoa, siempre humilde ella, siempre sonriente”, señala.

La alcaldesa fue llevada al Municipio la mañana de este lunes, Al mediodía retornó a su vivienda.

La alcaldesa, de 27 años, fue encontrada muerta la madrugada del domingo en una playa de San Vicente. A ella y a su comunicador Jairo Loor, les dispararon dentro de un vehículo.

Rider apenas ha querido escuchar o leer detalles de esa muerte. Eso es doloroso. Él lo único que quiere es hacer que su último lugar de descanso sea el adecuado, el que mejor ha construido.

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El sol es intenso en Canoa, pega fuerte en el rostro. La sombra es un lujo. Rider no le teme al sol.

Camina hasta la bóveda y comenta: “Es doloroso, aquí está sepultado el compañero albañil Miguel Farías, tío de la alcaldesa. Abajo en el suelo está el abuelito Bosco Farías, encima es que estamos construyendo la bóveda para ella”, expresa.

En el centro de Canoa, la gente esperaba que llegara el cuerpo de la alcaldesa. Horas antes, cerca de las 10:00, fue velado en los exteriores del Municipio. Allí, a su llegada le hicieron una corte de honor, la lloraron con nostalgia, con fuerza.

Viviana Ruiz llegó temprano para despedirse, para verla por última vez. Ella le llevaba la agenda a la alcaldesa.

Solía acompañarla a varios lugares y siempre le recordaba que en la vida también uno debe darse tiempo para comer. “Ella almorzaba tarde, a veces en la mañana llegaba con una lonchera que le preparaba la mamá, pero no se la comía por andar siempre apurada”, indica.

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Es que la alcaldesa andaba siempre apurada. Rider, la persona que le está construyendo la bóveda, a veces la veía llegar apurada a visitar a la mamá, le daba un beso a la abuela y salía enseguida. “Es una pena lo que le ha pasado a ella”, comenta Rider, alto, de facciones toscas, rostro asoleado.

Ya en la tarde Rider continuó colocando cerámica en la bóveda. Debe estar lista para este martes antes de las 16:00 que será el sepelio.

Se esfuerza. Este martes llegará a las 06:00 para terminarla y que todo esté perfecto. Luego, en pleno sepelio será él mismo quien la selle. Doce ladrillos y un poco de cemento serán suficientes para cerrarla, comenta mientras se alista a retomar el trabajo.

Hay que seguir trabajando, dice. Tiene que terminar la bóveda más difícil que le ha tocado construir, la tumba de una amiga, una muchachita de Canoa, de la alcaldesa de su cantón. (I)