Apps que proveen los procedimientos y soluciones a problemas matemáticos, chats grupales para compartir respuestas de tareas y exámenes, imágenes con movimiento para aparentar estar en las clases o fingir fallas en la conexión de internet son algunos de los métodos que utilizan actualmente niños, adolescentes y universitarios para evadir la evaluación y controles de la teleducación en Ecuador.

La repentina y forzada tecnologización de la educación generó el gran desafío de enseñar a aprovechar las numerosas ventajas que proporcionan las llamadas TIC (tecnologías de la información y la comunicación), señalan las Naciones Unidas. Sin embargo, lastimosamente, también se está generando, en una cantidad importante de estudiantes, el llamado “efecto Google”: para qué voy a aprenderlo si lo puedo encontrar en la red.

De hecho, en plataformas digitales como YouTube, Facebook y TikTok pululan los “expertos” que enseñan a los estudiantes a evadir controles de seguridad y cómo “no perder tiempo” haciendo tareas. “¿Para qué hacer ejercicios (matemáticos) si puedes estar jugando FIFA o Freefire? Sígueme para más consejos”, se lo escucha decir a un tiktokero mientras muestra cómo usar una app para resolver ecuaciones complejas.

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Andrés vive en el sur de Guayaquil y sigue a estos personajes en redes sociales. Asegura que este tipo de información “le cambió la vida”: “Hay una app en la que solo subes la foto del ejercicio (matemático) y te muestra el procedimiento y la respuesta. Solo es cuestión de copiar, pegar y subir la tarea a la plataforma (de la universidad)”. Añade que al principio de la pandemia se armaron grupos de WhatsApp para compartir respuestas a los exámenes, pero que los profesores se dieron cuenta y aumentaron los controles para las evaluaciones.

Se debe realizar un cambio estructural para que los estudiantes vean la necesidad de aprender y no aplicar métodos fraudulentos para pasar las evaluaciones. Foto: Archivo

En tanto, Martha se dio cuenta de que su hija, de 14 años, hacía “trampa” al momento de ir a clases virtuales. Comenta que un día entró a la habitación de la adolescente sorpresivamente y se dio cuenta de que ella había ubicado el iPad sobre la pantalla de la laptop: “En la computadora la cámara estaba encendida, pero el micrófono no. La profesora podía verla, pero ella (su hija) estaba realmente concentrada en el iPad viendo Netflix”.

Para Max Núñez, director de la fundación Edúcate, todas estas acciones revelan un problema estructural no solo del sistema educativo, sino de la sociedad ecuatoriana. El especialista añade que incluso los casos de corrupción en Ecuador, sin dudas, han empezado con una “copia” en la educación de las personas que cometieron los ilícitos: “¿Si afecta la copia en la educación? La respuesta corta es sí, pero también afecta en muchos aspectos como país. ¿Por qué copian los chicos? Porque se encuentran en situaciones de presión, de control y porque tienen miedo a fallar”.

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Cómo afrontan las universidades el desafío de la educación virtual en tiempos de pandemia

Explica que al ser este un problema sistémico, hasta los adultos, que cursan maestrías por ejemplo, recurren a la copia o a la evasión de controles. “Esa persona cuando tenía cinco años aprendió a evadir el sistema. Luego cuando tenía 15 años lo volvió a hacer y cuando fue a la universidad también. Ya se vuelve un hábito. Entonces, cuando estas personas llegan a algún cargo y tienen la oportunidad, hacen las cosas de manera incorrecta”, indica.

Daniel, de 31 años, cursa una maestría en comunicación. Indica que en las evaluaciones del primer cuatrimestre las autoridades de su universidad decidieron dar un “voto de confianza” a los estudiantes y aplicaron exámenes sin monitoreo, pero el resultado fue muy negativo.

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Detectaron que muchos estudiantes copiaron. De hecho, encontraron las mismas respuestas con las mismas faltas ortográficas en varios exámenes, incluso en preguntas de razonamiento. Para el segundo cuatrimestre debemos descargar un software de seguridad y monitoreo o ir, si la pandemia lo permite, presencialmente a dar los exámenes”, señala.

Álvaro Pérez García, docente de Tecnología Educativa y Competencias Digitales de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), indica que la pandemia ha mostrado las carencias a nivel social y educativo de la sociedad a nivel mundial.

“Los niños aprenden por imitación y si ven a los padres o familiares saltarse la línea lo verán como normal. Además, tenemos padres haciéndoles las tareas a los hijos”, dice.

Cuenta que la UNIR debió establecer un programa informático de seguridad y vigilancia para tomar evaluaciones virtuales, ya que comprobaron que los alumnos, incluyendo los de Ecuador, no fueron honestos en los exámenes.

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Las protestas de los alumnos han sido tremendas. Se habían acostumbrado a no tener controles, a tener los apuntes o una persona al lado. Esto viene de la necesidad de conseguir títulos sin la necesidad de aprender. Hay mucha demanda de títulos, las personas necesitan muchos títulos y nadie les pregunta qué han aprendido. Solo queremos el certificado y me vale si he aprendido”, añade.

Desde la familia se debe impartir que estos malos hábitos son inapropiados y que el daño se verá de adulto. Foto: AFP

Si bien las redes sociales, buscadores y plataformas digitales han generado un desafío para la teleducación, Núñez afirma que los propios docentes pueden sacarles provecho: “Hace poco vi a una profesora haciendo videos en TikTok impartiendo conocimiento de una forma muy novedosa y que engancha a los chicos”.

Aunque reconoce que por la naturaleza de estas plataformas la manera de recibir información ha cambiado y, al tener acceso a demasiados datos, se ha desarrollado en las personas una especie de “microaprendizajes”, es decir, si lo que se está revisando en la red no impacta en los primeros cinco o diez segundos el individuo lo dejará. Estos detalles deben tenerlos en cuenta las autoridades de educación para capacitación a docentes.

Clases virtuales imponen el desafío de lograr más compromiso de alumnos

La solución al problema de la copia o las trampas es transversal y debe empezar por el núcleo de la sociedad que son las familias. Hay que trabajar en las habilidades blandas, como pensamiento crítico, desde niños porque estas impactarán en el desarrollo profesional de la persona, señala Núñez.

Además, a nivel mundial se debate el incluir el uso ético de la tecnología desde las escuelas. También es necesario que se inculque civismo, que “enseñen el bien y el mal”, e impartir alfabetización mediática, añade Pérez.

Cambiar la manera de evaluar e impartir clases

La pandemia tomó a un gran porcentaje del profesorado “acomodado”, es decir, muchos docentes no estaban preparados para enfrentar una docencia 100% online. No tenían digitalizados sus contenidos, tampoco la capacidad de usar plataformas telemáticas e incluso, en algunos casos, no sabían enviar un correo electrónico. “Cuando llega la pandemia deja al aire las vergüenzas del sistema educativo no solo en Ecuador sino en la mayoría de países”, agrega Pérez.

Por eso, la pandemia también debe obligar a que la educación, especialmente la pública, se transforme para que no se busque un examen estandarizado de respuestas estrictas ligadas a un conocimiento específico tanto en sistema presencial como virtual.

“Evitar el típico examen de 20 preguntas donde se deben escoger las respuestas, ya que los chicos se dan maneras de copiar. Además, estas evaluaciones, a veces, no demuestran el conocimiento del estudiante o no van a consolidar el aprendizaje”, dice Núñez.

Las evaluaciones basadas en proyectos o a través de juegos son recomendadas. También se exige un poco más desde la creatividad de las instituciones educativas para saber si los estudiantes están aprendiendo.

Cuando el estudiante está en su casa tiene todas las distracciones posibles, por lo que los docentes deben aplicar métodos como el aula invertida que busca desarrollar el conocimiento (a través de videos, textos, audios, actividades) antes de ir a la clase y cuando se desarrolle la sesión el profesor solo pone en práctica el aprendizaje obtenido, y reforzar lo que no haya quedado claro.

Además, deben manejar edición de videos, plataformas digitales como blogs, tener canales en sitios como YouTube. “La competencia digital es ahora fundamental”, señala Pérez. (I)