Un pito fue la guía para el redoble de tambores del desfile Corso del Carnaval Quiteño, que la mañana de este lunes, 3 de marzo, se tomó las calles del centro histórico de Quito, en el tercer día de feriado.
Salió desde la iglesia de la Basílica con rumbo al bulevar de la avenida 24 de Mayo, un recorrido de unas diez cuadras en medio de un cielo nublado con destellos de sol.
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Una canción dedicada a la migración interna se escuchaba en las intersecciones de las calles Venezuela y Manabí.
Muñecos gigantes que representaron a Don Bosco, a una otavaleña, a un afroecuatoriano y un dragón multicolor llamaban la atención de los quiteños que se ubicaron en las veredas de las calles por donde pasaba el evento. Algunos tuvieron la precaución de llevar asientos de plástico.
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Cecilia Chauca y su esposo miraron el desfile. Llegaron desde La Magdalena, en el sur de la urbe. Ella destacó la destreza de las personas que hacían malabares. Después iban a regresar a su casa, pues señalaron que por el frío y la lluvia prefirieron quedarse en la capital.
Bastoneras del colegio Emilio Uzcátegui bailaban de manera sincronizada. A su vez, mujeres de grupos de jubilados con vestidos largos y antifaces recreaban música tradicional.
La banda rítmica del colegio Manuela Cañizares intercalaba canciones populares con ritmos marciales.
Transeúntes armaban ‘guerras’ de carioca mientras avanzaba el desfile.
Según Wilson Vizuete, de una de las entidades privadas que participó en el evento, más de 200 grupos intervinieron, incluyendo representantes de Colombia y Perú. En total, unos 800 participantes en las comparsas y grupos de bailes.
Explicó que se llama corso porque es la llegada del carnaval para el inicio de la Semana Santa.
Hubo varios colegios, organizaciones culturales, entre otros. Estimó que entre 3.000 y 5.000 personas presenciaron el evento.
Agentes de tránsito con motocicletas se pusieron a la cabeza del desfile para evitar interrupciones y hubo agentes de control metropolitano.
“Carioca, carioca, un dólar”, era el repetido mensaje de vendedores que llevaban los envases del producto en la mano o en carritos con ruedas.
En el bulevar 24 de Mayo hubo un concierto con canciones dedicadas al carnaval, mientras que en las calles Morales y Guayaquil, en la tradicional calle La Ronda, se instaló una pequeña feria de emprendedores.
Hubo chocolate artesanal, bebidas, pasteles, ropa hecha a mano, recuerdos y alimentos para mascotas.
Valeria Andrade ofrecía snacks para perros sin preservantes ni colorantes. A la feria la vio como una oportunidad para obtener recursos económicos y dar a conocer sus productos. (I)