Durante el año fiscal 2024, las Operaciones de Ejecución y Deportación del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos llegaron a 271.484 deportaciones a más de 190 países en todo el mundo.
Dentro de ese número de deportados se encuentran ecuatorianos que fueron embarcados en vuelos chárteres que salieron principalmente del sur de Estados Unidos.
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Si bien la administración de Donald Trump ha puesto énfasis en estas deportaciones, ya la administración del demócrata Joe Biden venía aplicando este procedimiento con personas que no tenían un estatus legal. De hecho, hubo meses del año pasado en que se registraron vuelos seguidos con deportados hacia Ecuador.
Solo del 6 al 10 de enero de este 2025, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados registra varios vuelos de deportación a Brasil, Colombia, República Dominicana, Ecuador, México y China.
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La ICE ha advertido este mes que si un extranjero llega y no tiene base legal para permanecer en los Estados Unidos, se lo procesa y deporta rápidamente, de conformidad con la ley estadounidense.
Estados Unidos señala que garantiza que todos los no ciudadanos que no tengan una base legal para permanecer en ese país sean examinados adecuadamente para determinar si tienen solicitudes de protección válidas y si se les impide la deportación, de conformidad con sus leyes y las obligaciones internacionales de Estados Unidos.
Según la ICE, esto se aplica a todos los no ciudadanos, independientemente de su nacionalidad, para garantizar el procesamiento, el traslado y la deportación ordenados y humanos de adultos solteros y unidades familiares.
El gobierno norteamericano indica que los no ciudadanos que están sujetos a procedimientos de deportación presentan sus solicitudes de exención o protección contra la deportación ante los jueces de inmigración en los tribunales de inmigración, que son administrados por la Oficina Ejecutiva de Revisión de Casos de Inmigración del Departamento de Justicia.
¿Cómo se realiza la deportación?
Una de las polémicas que se ha desatado en estos días con las deportaciones que está realizando el gobierno de Trump se relaciona al trato que están teniendo los migrantes.
El presidente colombiano Gustavo Petro el fin de semana reclamó por el trato a sus ciudadanos deportados. Y lo hizo especialmente porque los migrantes son enviados esposados. “Jamás permitiré que en vuelos traigan a los colombianos esposados”, dijo.
Eso desató una crisis diplomática que se superó horas después. Petro envió un avión para traer a los colombianos. “El migrante no es un delincuente, es una persona humana libre”, posteó con una serie de fotos.
Migrantes brasileños que llegaron la semana pasada desde Estados Unidos también se quejaron porque nos les permitían ni tomar agua y también estaban esposados.
La ONU recordó que los migrantes deportados que son introducidos en vuelos de repatriación hacia sus países de origen “deben ver respetada su dignidad y sus derechos”.
El retorno de migrantes esposados no es nuevo. Desde la administración de Joe Biden se ha subido a los hombres deportados esposados. Y esa condición también ha aplicado a vuelos de deportados ecuatorianos.
De buses al avión charteado
Migrantes han contado que cuando los han deportado desde Estados Unidos los llevan a buses hasta una zona del aeropuerto.
En esa zona del aeropuerto los revisan minuciosamente de pie a cabeza para ver si no llevan un objeto que represente un riesgo en el vuelo.
Una vez revisados, los funcionarios de la ICE hacen subir a los hombres uno a uno avión que permanece parqueado. No acceden al avión en mangas, sino a través de escaleras, como eran anteriormente los abordajes.
Los hombres suben al avión con esposas en los tobillos con los que tienen dificultades para dar pasos normales. Además llevan esposas en las manos.
Los oficiales suben al avión las bolsas de algunas de las pertenencias de los migrantes.
Cuando han llegado a Guayaquil los vuelos de deportados entran directamente a la zona de mangas donde desembarcan los migrantes. A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, no llegan a un hangar ni a la zona de la Base Aérea.
Tras pasar por los filtros de migración, los deportados no tienen restricciones para salir del aeropuerto. El fácil reconocerlos, pues vienen casi uniformados, con calentador gris y suéteres y bolsas de plástico.