El trabajo de rescate y rehabilitación de animales en situación de abandono y maltrato en Quito es una tarea ardua y, muchas veces, solitaria. María José Molina, representante de la fundación Grupo de Apoyo para Animales y Naturaleza (GAAN), de rescate animal, lleva más de quince años dedicada a esta causa.

Sin embargo, fue hace seis años cuando constituyó legalmente la fundación, que actualmente alberga a 140 animales repartidos entre varios refugios temporales y centros de rescate ubicados en Guayllabamba, Malchinguí, Pusuquí y Pisulí.

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La situación en estos centros es desafiante. A pesar del compromiso y amor que María José pone en cada animal, el espacio y los recursos siempre son limitados.

“En Guayllabamba, por ejemplo, tenemos 17 perritos. Aunque el lugar es grande, es prestado, y me condicionaron a tener solo ese número. No puedo recibir más, a pesar de que las necesidades siguen creciendo”, comentó.

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Por esta razón, además de los refugios, la fundación recurre a hogares temporales, los cuales son pagados y requieren cubrir no solo la manutención del animal, sino también gastos de servicios, como agua, detergente, comida y medicamentos.

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El costo del rescate y cuidado de estos animales es alto. En los refugios más grandes, como Malchinguí y Pusuquí, se pagan dos salarios básicos mensuales para mantener a los animales. En otros hogares temporales el valor sería menor, pero sigue siendo significativo.

A pesar de las dificultades financieras y logísticas, el esfuerzo de GAAN ha dado frutos. María José se asegura de que cada perro esté bien alimentado, vacunado y reciba atención médica.

Algunos de los perros recién rescatados requieren tratamientos prolongados, como es el caso de varias perras que están siendo tratadas por tumor venéreo transmisible (TVT). Empero, la fundación no solo se ocupa de la salud física de los animales, sino también de su bienestar emocional.

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“Nosotros trabajamos con un etólogo que nos ayuda a rehabilitar a los perros que han sufrido maltrato. Ellos también necesitan apoyo psicológico, al igual que los humanos. La mayoría de los animales que rescatamos han pasado por situaciones traumáticas y es importante ayudarles a recuperarse”, explicó María José.

Historias de Rescate: Belén y Emilio

Entre los muchos animales que han sido rescatados por GAAN, destacan las historias de Belén y Emilio, dos perros que llegaron a la fundación en condiciones deplorables y hoy son ejemplos de recuperación y esperanza.

Belén, una perra rescatada hace cinco años, llegó a GAAN en un estado crítico. “La encontramos con nueve cachorros, completamente desnutrida. Estaba en huesos y a duras penas podía cuidar de sus bebés”, recordó María José.

La situación de Belén era alarmante: vivía en una casa sin recibir el cuidado necesario y estaba extremadamente delgada. No obstante, con el cuidado adecuado, ocho de sus cachorros fueron dados en adopción, mientras que uno de ellos, que tenía una pata malformada, se quedó en el refugio. Gracias a un tratamiento con férulas, el cachorro recuperó la movilidad de su patita.

QUITO.- María José Molina, representante de la fundación GAAN, de rescate animal, junto a Belén y Emilio, dos perros rescatados que viven en el centro de rescate de Guayllabamba. Foto: Alfredo Cárdenas.

Hoy, Belén es una perra alegre y saludable, aunque su recuperación no fue fácil. “Cuando la rescatamos, era muy agresiva. Supongo que fue porque la habían maltratado mucho. No quería que la tocaran y, si lo hacían, intentaba morder. Pero con paciencia y cariño hemos logrado que confíe en los humanos nuevamente”, relató María José.

Por otro lado, está la historia de Emilio, un perro que fue dejado en una mecánica para “cuidar” el lugar. Sin embargo, Emilio no era un perro agresivo, lo que llevó a sus dueños a intentar hacerlo más “bravo” alimentándolo con carne cruda y maltratándolo constantemente.

“El dueño lo castigaba cada vez que intentaba morderle. Y cuando fui a rescatarlo, me dijeron que, si no me lo llevaba, lo iban a matar o abandonar”, comentó con indignación.

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Emilio, al igual que Belén, llegó al refugio en un estado deplorable, extremadamente delgado y asustado. Con el tiempo y el cuidado necesario, ha logrado recuperarse y ahora es un perro feliz y saludable.

“Es un animal noble, pero el maltrato que sufrió lo dejó con cicatrices emocionales. Afortunadamente, aquí ha encontrado un lugar donde puede vivir tranquilo”, agregó María José.

El trabajo de GAAN no sería posible sin el apoyo de personas solidarias que, a través de donaciones y apadrinamientos, contribuyen al bienestar de los animales rescatados.

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“Lo que más necesitamos es comida, desparasitantes, colchones y cobijas. Cualquier cosa que pueda servirnos es bienvenida. La gente puede ayudar con lo que desee. Lo importante es que los animales reciban lo necesario para vivir bien”, señaló Molina.

Una de las formas más efectivas de colaborar es mediante el apadrinamiento de un perro. El apadrinamiento consiste en una contribución mensual destinada a cubrir los gastos de un animal en particular.

“El aporte puede ser de $ 5 o $ 10 al mes, lo que garantiza que ese perro tenga comida y atención asegurada cada mes. Para nosotros es de gran ayuda porque, además de los gastos de alimentación, también están los medicamentos y los tratamientos veterinarios”, explicó María José.

QUITO.- María José Molina, representante de la fundación GAAN, de rescate animal, en uno de los sitios en Guayllabamba. Foto: Alfredo Cárdenas.

Además, la fundación promueve la adopción de los animales rescatados. Todos los perros están disponibles para ser trasladados a hogares que puedan ofrecerles el cuidado y el cariño que merecen.

Aquellos que no puedan comprometerse a un apadrinamiento mensual también pueden hacer donaciones puntuales. Cualquier contribución es valiosa, ya que permite que los animales rescatados tengan una mejor calidad de vida mientras esperan ser adoptados.

El trabajo de María José y la fundación GAAN es un testimonio del poder de la empatía y el compromiso hacia los animales más vulnerables. A pesar de las dificultades, la labor de rescatar, rehabilitar y encontrar hogares para estos animales continúa con dedicación y esfuerzo.

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“Mi mayor satisfacción es ver a los animales recuperarse y encontrar una familia que los quiera. Cada perro que rescatamos es una vida que salvamos. Y, aunque el trabajo es duro, vale la pena por ellos”, concluyó María José.

Quienes deseen colaborar con la fundación GAAN, ya sea a través de donaciones, apadrinamientos o adopciones, pueden ponerse en contacto a través de las redes sociales de la fundación. (I)