Dice Ramón Solórzano que hace 30 o 40 años, no lo recuerda bien, había en Manta personas que movilizaban carga desde tierra hasta la rada del puerto, en canoas pequeñas de madera, impermeabilizadas con fibra o brea, a las que llamaban chalupas.
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El lugar está formado por restaurantes, casas flotantes y hasta un taller mecánico.
Dice Ramón Solórzano que hace 30 o 40 años, no lo recuerda bien, había en Manta personas que movilizaban carga desde tierra hasta la rada del puerto, en canoas pequeñas de madera, impermeabilizadas con fibra o brea, a las que llamaban chalupas.
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El emprendedor ecuatoriano inició el negocio en su casa junto con su novia, ahora esposa, y con el apoyo de su familia.
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