En el marco del 53.° Congreso Eucarístico Internacional, que se realiza del 8 al 15 de septiembre en el Centro de Convenciones Metropolitano de Quito, el cardenal Mauro Gambetti, vicario general de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano, ofreció una rueda de prensa en la que abordó temas clave para la Iglesia contemporánea.
Gambetti destacó la relevancia de la fraternidad, el papel fundamental de la familia y el desafío de construir una “Iglesia sinodal” en un contexto global marcado por profundas divisiones sociales y espirituales.
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El cardenal Gambetti subrayó que la fraternidad comienza en el núcleo familiar. Expresó que es en las diferencias entre el hombre y la mujer en las que se encuentra el germen de la fraternidad en Cristo.
Para él, la fraternidad implica acoger a cada persona como un don, reconociendo y respetando las diferencias que nos caracterizan. “Solo cuando la familia es capaz de desarrollar toda su potencialidad es posible que se forjen relaciones armoniosas y bellas entre hermanos”, indicó el cardenal.
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En un mundo fragmentado por la desconfianza, Gambetti invitó a reflexionar sobre el concepto de fraternidad desde la perspectiva de la familia, destacando la necesidad de iluminar las heridas sociales y espirituales.
Según Gambetti, dichas heridas tienen su origen en el corazón humano y se agravan cuando se convierten en sistemas pecaminosos, difíciles de sanar. Este desafío, explicó, es aún mayor debido a las filosofías globalizadas y los sistemas económicos que priorizan la producción y el bienestar material por encima de un valor intrínseco de la persona.
Uno de los puntos más importantes de su intervención fue el llamado a una conversión en el modo de pensar hacia la felicidad genuina. Gambetti enfatizó que lo que verdaderamente hace feliz al ser humano no es la acumulación de riqueza, sino las relaciones significativas.
En su experiencia, afirmó que el encuentro con Jesús fue lo que lo hizo feliz y que, a través de él, descubrió la importancia de construir relaciones profundas y significativas con los demás.
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Al ser consultado sobre el papel de la Iglesia en la construcción de una Iglesia sinodal, especialmente en relación con la juventud, Gambetti admitió que no es un camino sencillo.
Resaltó que la juventud de hoy tiende a rebelarse contra lo establecido, y afirmó que la Iglesia no debe abordar a los jóvenes con una actitud de imposición doctrinal, sino más bien crear un espacio donde puedan experimentar relaciones significativas dentro de la comunidad eclesial.
El cardenal compartió una experiencia personal de su juventud, en la que un sacerdote carismático generó una profunda división en su comunidad parroquial al sostener una relación sentimental con una joven.
A pesar de la fractura que esto provocó, Gambetti recordó cómo, a través de esa crisis, la comunidad construyó relaciones sólidas y significativas. Esta vivencia, según el cardenal, fue clave en su proceso de fe y le enseñó que la catequesis debe ser vivida en comunidad, permitiendo que los jóvenes experimenten la fe como algo que toca sus afectos y corazones.
Para Gambetti, la rebeldía juvenil no es necesariamente negativa. Considera que, si se acompaña de una experiencia de fe auténtica y madura, puede ser un proceso que lleve a los jóvenes a descubrir su verdadera vocación y propósito en la Iglesia.
En su mensaje al pueblo ecuatoriano, el cardenal Gambetti expresó su admiración por la belleza natural y cultural del país. Señaló que Ecuador, por su ubicación geográfica, tiene un papel importante como puente entre el norte y el sur, y entre Oriente y Occidente.
Destacó las cualidades del pueblo ecuatoriano, como la humildad, la simpleza y la alegría, características que, según él, pueden contribuir a la construcción de una fraternidad global.
“Anhelo que este país pueda ser un lugar de encuentro y comunión entre los pueblos”, manifestó el cardenal, haciendo un llamado a los ecuatorianos a ser promotores de la fraternidad que, en sus palabras, “es capaz de sanar las heridas del corazón humano”.
El Congreso Eucarístico Internacional continúa con actividades religiosas y académicas que congregan a fieles y expertos de todo el mundo, promoviendo el diálogo y la reflexión sobre el papel de la Iglesia.
Este domingo, 15 de septiembre, se celebrará una misa campal en el parque Bicentenario, que será el cierre oficial de este evento religioso de carácter mundial que convocó a representantes de 54 países, incluido Ecuador. (I)