La parroquia Salinas, ubicada en el cantón Guaranda (Bolívar), es reconocida por la elaboración de quesos de diferentes variedades. Pero también existen emprendimientos de artesanos que se dedican a producir chocolates, licores, plantas medicinales, cárnicos, manjares, jaleas, tejidos de lana de alpaca, oveja y llama.
Cristhian Escobar, representante de los pequeños emprendedores de esa parroquia, comentó que trabajan en artesanías, productos procesados y alimenticios. Explicó que la gran mayoría de emprendedores tuvo conocimiento de sus procesos al laborar en las microempresas del lugar y que de ahí nacieron nuevas iniciativas.
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Escobar manifestó que la pandemia de COVID-19 les ha golpeado muy fuerte, porque antes se tenía un promedio de visitas de 42.000 turistas anuales, pero que en la actualidad la afluencia de público apenas alcanza casi el 20%. Indicó que recién desde hace pocas semanas comenzó a reactivarse esta actividad.
Ellos atienden los fines de semana y feriados desde las 08:00 hasta las 18:00.
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“Lo que vendemos ahora es únicamente para un poco sustentar a los hogares porque los turistas aún no tienen la confianza de llegar. Aquí hay productos desde $ 0,25 hasta los que cuestan $ 30”, aseveró Escobar.
Gladys Salazar es parte de la organización de 101 mujeres de las comunidades que tejen a mano prendas con lana de alpaca, llama y oveja. Ella explicó que antes de la pandemia las ganancias que tenían por la exportación de estos materiales bordeaban los $ 15.000 trimestrales.
Ahora, dijo, la situación es muy difícil porque el comercio exterior todavía está estancado.
“Con la llegada de la pandemia se nos vino abajo el mercado porque se fueron nuestros clientes. Ahora para nosotras es muy difícil seguir adelante y estamos luchando, tratando de sobreponernos con los turistas nacionales que comienzan a llegar, para lo cual hemos bajado un poco los precios”, añadió.
Comentó que una vez que se retomen las exportaciones van a buscar mecanismos para realizar las ventas directas, porque actualmente lo hacen con intermediarios y eso no les permite tener mejores utilidades.
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Salazar comentó que actualmente las mujeres sobreviven con el trabajo en la agricultura, con la crianza de chanchos, borregos y la venta de la leche. Indicó que cerca del 95% de la población vive de las vacas lecheras.
“Pero lo que necesitamos es que vuelva la exportación como antes de la pandemia”, refirió la mujer.
Plantas medicinales
Entre los emprendedores está Víctor Yanchaliquín, que ofrece plantas medicinales para infusión, cremas de caléndula y árnica, que son para tratamientos de la piel y dolores musculares.
Contó que las plantas medicinales van desde $ 1 hasta los $ 10, que se cosechan en una granja familiar para luego deshidratarlas y procesarlas antes de sacar a la venta. (I)