Patricio Ruiz acude desde hace 23 años a la procesión de Jesús del Gran Poder, una de las principales actividades que se realizan en las calles del centro histórico de Quito. Este viernes, 7 de abril, se llevará a cabo una nueva edición de esta actividad de la Iglesia católica.

A sus 56 años, Patricio recuerda que la primera vez que acudió lo hizo por el dolor de perder a su madre. Se fue de la noche a la mañana; nadie pudo despedirse, y en su mente quedó el dolor de no haber alcanzado a despedirse. Le hizo pensar que tal vez fue por algún pecado cometido por él.

Publicidad

En años anteriores se ha visto cómo algunas personas se autoflagelaban la espalda; otros caminaban con alambre de púas; otros realizan la caminata con los pies o dorso descalzos; y existen quienes, como muestra de la penitencia ante Jesús, realizan un ayuno durante todo el Viernes Santo.

Así lo hace Patricio, quien asegura que no come absolutamente nada hasta que se termine la procesión. “A veces la comida nos hace daño, o producto del esfuerzo de la caminata el alimento no sienta bien. Por eso, mejor evito comer, además como una penitencia”, dice el ciudadano quiteño.

Publicidad

También, junto a él desfilan sus cuñados, uno de ellos en silla de ruedas. Es el único que sale en la procesión en una silla, dice Patricio; y detrás de él, los demás familiares.

Este año también desfilarán, por primera vez, un sobrino y la hija de Patricio, quienes también cumplirán con la tradición del ayuno y caminarán con los pies descalzos.

Arrastre de Caudas en la Catedral de Quito tendrá ingreso gratuito en el marco de la Semana Santa

“Esto es decisión de cada uno; ahí no nos hacen penitencias, pero es la manera de pedir perdón por nuestros pecados y arrepentirnos. Nosotros, cuando ya son las 05:00, ya salimos en ayuno, pero cada persona tiene una penitencia”, agrega.

El ciudadano afirma nunca haberse desmayado, aunque sí ha visto a los acompañantes que han sufrido descompensación en su salud y se han caído en plena procesión.

Gabriela Ruiz no puede esconder los nervios que siente antes de su primera participación en este acto de devoción religiosa. Sin embargo, se dedica a trabajar para dejar de pensar en la llegada del gran día. En su casa es un evento de alta trascendencia; por eso, planea tomar la batuta que le dejara su padre para continuar con las caminatas. Ella tampoco consumirá ningún alimento y también caminará con los pies descalzos. “Así es la tradición en la familia”, agrega.

El origen de la crucifixión: el castigo más atroz y humillante de la Antigua Roma que sufrió Jesús

Junto con esta familia se prevé la llegada de alrededor de 500.000 personas que forman parte de la procesión más importante que se lleva en las calles del casco colonial de la capital de Ecuador. (I)