A través de doce millones de hectáreas en seis diferentes provincias se extiende la Amazonía del Ecuador, con su exuberante vegetación y diversa flora y fauna. A pesar de que la selva amazónica es un bioma crucial para el medioambiente, se ha evidenciado en las últimas dos décadas una creciente pérdida de carbono, un importante elemento para este ecosistema.

Según datos obtenidos por la Fundación EcoCiencia, en consorcio con Woodwell Climate Research Center y la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (Raisg), mediante imágenes satelitales del Sensor Modis, la cobertura forestal de la Amazonía ecuatoriana contiene una reserva de 1.300 millones de toneladas de carbono forestal en 10 megahectáreas de formación boscosa que representa el 83,56 % de superficie a nivel de la Amazonía ecuatoriana.

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Pero entre 2003 y 2020 la Amazonía ecuatoriana perdió 39 millones de toneladas de carbono forestal, más de lo que ganó en esa misma franja de tiempo (29,35 millones de toneladas).

¿Por qué es tan relevante el carbono en la Amazonía? Según National Geographic, los bosques son las más grandes reservas de dióxido de carbono en el mundo, pues almacenan este gas de efecto invernadero en su vegetación y así evitan que se quede en la atmósfera y acreciente el calentamiento global.

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Si estos ecosistemas pierden el CO2, este se queda en el ambiente junto con otros gases de efecto invernadero y calientan la superficie del planeta, afectando a su vez a todo el clima.

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Las áreas protegidas tienen menos pérdida de carbono forestal

Según la investigación, las áreas de la Amazonía sin ningún tipo de protección presentaron una mayor pérdida de carbono (17,29 millones de toneladas) en comparación con las áreas que tienen sistemas de protección (territorios indígenas y áreas nacionales protegidas).

Los territorios indígenas reportaron 697,35 millones de toneladas de carbono almacenado en el 2003, pero para el 2020 esa cifra disminuyó a 693,39 millones de toneladas.

Además, el 19 % de las reservas de carbono que representa a las tierras sin ningún tipo de protección, áreas sin asentamientos de territorios indígenas y que no son consideradas registraron 254 millones de toneladas de carbono en el 2003 y solo 248,66 millones en el 2020.

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Infografía cortesía de Fundación EcoCiencia.

La actividad humana, la principal razón de la pérdida de carbono de la Amazonía

Hay varios factores a los que se puede atribuir la pérdida del carbono de la Amazonía, y la mayoría son producto de la actividad humana.

El avance de la frontera agrícola en las riberas de los ríos, la deforestación por la minería ilegal y bloques petroleros, la extracción de madera ilegal y la tala selectiva son algunas de las prácticas humanas que producen la fragmentación y el deterioro de los bosques.

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No es sorpresa, entonces, los evidentes y alarmantes cambios en el ecosistema amazónico, ni la pérdida del carbono forestal.

Los datos recopilados revelan que los territorios indígenas y las áreas protegidas tienen un rol fundamental en la salvaguardia del bioma amazónico y a su vez en los esfuerzos nacionales para mitigar el cambio climático.

De acuerdo con la Organización Internacional de las Maderas Tropicales, algunas formas de recuperar el carbono forestal son la restauración de tierras forestales degradadas, el crecimiento de los bosques y la restauración del ecosistema.

“El manejo forestal sostenible garantiza que las reservas de carbono de los bosques se mantengan a largo plazo evitando su degradación”, asegura esta entidad. (I)