Ambato
Israel Merchán Zabala, de apenas 8 años de edad, se convirtió en todo un referente al conocerse que permaneció perdido por seis días en medio de la espesa selva del cantón Sevilla Don Bosco, provincia de Morona Santiago, luego que su madre, Verónica Merchán, lo enviara en búsqueda de fósforos.
“La familia se encuentra muy contenta porque a mi pequeño sobrino se lo encontró con vida, aunque no nos podemos imaginar cómo sobrevivió desde el domingo 30 de marzo al viernes 4 de abril perdido en la selva”, manifestó Angelita Merchán, tía del menor.
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Al estar aún convaleciendo del quebranto de su salud luego de haber permanecido seis días desaparecido en la selva, la pariente del menor aseguró que no ha podido conversar mucho sobre lo sucedido.
“Es una gran alegría que se lo haya encontrado vivo cuando hay muchos riesgos y peligros en medio de tremenda selva, porque cuando se está por el monte se tiene temor de a qué hora le pica una culebra. Cómo estaría las noches y los días, por eso nuestro agradecimiento a Dios y a todos los que apoyaron para encontrarlo”, aseveró.
En la comunidad, la gente no sale del asombro al saber que en el Ecuador le pasó esto a un niño de tan solo 8 años. “Sobrevivió en la selva sin tener qué comer, además enfrentando a los peligros de la zona”, explicó Merchán al señalar que Israel es el segundo de tres hermanos.
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Cristian Coronel, jefe operativo del Cuerpo de Bomberos de Morona, no deja de sorprenderse cómo Israel se ingenió para sobrevivir todos los días que permaneció desaparecido.
Dijo que durante ese tiempo calcula que recorrió entre 30 y 35 kilómetros cuando se perdió en la comunidad de Numpay, a 5 kilómetros de Cascada, hasta donde hay acceso vial terrestre.
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La alerta se dio cuando la madre del niño, el domingo 30 de marzo, constató que Israel no regresó con una caja de fósforos que le solicitó fuera a buscar.
Al buscarlo, lo escucharon por última vez en el río Bishi Bishi, pero sus gritos se alejaban, ante lo cual se pidió a los comuneros de Cascadas la ayuda para localizarlo. El lunes 31, a través del ECU911, se dio aviso de la emergencia.
Bomberos de Morona con el grupo especializado de búsqueda terrestre activó las tareas. En los primeros tres días no encontró rastro porque por lógica se lo buscó en la zona baja, sin pensar que un niño de 8 años suba a la cordillera.
Un contingente de voluntarios shuar se fue a la cima del sitio llamado Banderas, un ramal de la cordillera del Kutukú, a unos 8 kilómetros desde el punto en donde se perdió, con una subida enorme. El día cuarto encontraron rastros frescos.
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“Al dirigirnos al lugar, encontramos una chocita echa por el niño, algo superinteresante porque un menor de 8 años, buscando troncos y rompiendo palmas, hizo una covacha para dormir. Luego, en la parte alta de la montaña encontramos otra, así como un rastro bien marcado, tenía alrededor de dos días de haberlo hecho”, contó asombrado Coronel.
Posteriormente, uno de los grupos de búsqueda en la cuenca hidrográfica del río Numpay encontró otro rastro, tenía horas de haberse realizado, al hacer el seguimiento se evidenció que el niño había pasado por ahí.
“Lo interesante de esto es que al niño, su padrastro (Pantín Rudy Chiriap Samik), que lo cuidó desde los 3 años, le enseñó a comer frutos del bosque, de la selva y supervivencia, por esa razón Israel consiguió agua del río y a alimentarse de frutas de la zona”, contó el jefe operativo.
Aparte le enseñó a marcar un rastro, por esa razón a propósito iba rompiendo ramas para que se lo encuentre.
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Es así como luego de cinco días de búsqueda (viernes 4 de abril) se lo encontró a eso de las 11:50, muy deshidratado y bastante desnutrido, por esa razón sigue hospitalizado.
Coronel consideró que hay algunas cosas extrañas, por ejemplo, el instinto de sobrevivir para una persona de muy tierna edad.
Además, le sorprende sobre todo en el último rastro porque un venado lo seguía todo el camino, ya que, sobre las pisadas del niño, muy por detrás, había huellas de venado.
También, según el testimonio de uno de sus compañeros, pocos segundos antes de encontrarlo vio a una sombra negra atravesando el río (Numpay). “Eso fue muy extraño”, aseveró.
“Según la cosmovisión shuar, se maneja la historia de que cuando el iwia, que es el diablo, les roba, les cuida, les da de comer, les muestra en dónde dormir y luego de hacerle sufrir tanto, porque es un castigo para la familia, le devuelve al mismo sitio donde se perdió. Y bueno, todo coincide”, aseveró el jefe operativo de los bomberos de Morona.