No hay abastecimiento de leche. No se puede transportar, no se puede procesar. Pero a estas alturas el presidente ejecutivo de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos y Bebidas (Anfab), Christian Wahli, dice que ya no es cuestión de las pérdidas sino de humanidad, de seguridad alimentaria. De las tiendas, de los puestos de comida, de los pequeños productores, de los trabajadores que con dos dólares buscan comer y no hay alimentos. Son efectos colaterales de la paralización que -dice- golpean al pequeño, “justo a los que quieren defender son los más afectados”. Esta asociación agremia a 85 empresas de varios sectores que producen fideos, carnes, leche, hasta caramelos.