En Fruta del Norte, decenas de mujeres desafían el concepto generalizado de que la industria minera no se lleva bien con el género femenino. Una de ellas, Esther Pindo Castillo, cambió su trabajo de secretaria en una empresa de estructuras metálicas por el puesto de operadora de una pala mecánica a 275 metros de profundidad en la mina aurífera.