El Fondo Monetario Internacional (FMI) ajustó sus proyecciones de crecimiento de Ecuador para el 2025 este martes, 22 de abril, en Washington, y pasó de una estimación del 1,6 % al 1,7 %, mientras que para el 2026 proyectó el 2,1 % de crecimiento y el 2,5 % para el 2030.
FMI ajustó su previsión para Ecuador y prevé una contracción del 0,4 % en 2024
Estos ajustes fueron revelados en la presentación del Informe de perspectivas de la economía mundial (WEO en inglés). Esto se da después de que el organismo actualizó a la baja su proyección para Ecuador en diciembre del 2024 y estimó que el producto interno bruto (PIB) se contraerá en un 0,4 % este año.
La estimación del FMI, aunque representa un leve incremento, es menor al crecimiento proyectado del 2,8 % por el Banco Central del Ecuador (BCE) tras la contracción del 2 % que se presentó en 2024.
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¿Qué pasa con la región?
Mientras, el organismo rebajó medio punto su proyección de crecimiento para América Latina y el Caribe para 2025, del 2,5 % que estimaba en enero pasado al 2 %, indicó EFE.
La región afronta un entorno global adverso, caracterizado por una alta incertidumbre en política comercial, fragmentación geopolítica y endurecimiento de las condiciones financieras. En consecuencia, el crecimiento del PIB regional bajará al 2 % este año, aunque se recuperará en 2026 con un avance del 2,4 %, la misma tasa que el año pasado.
El FMI prevé una fuerte desaceleración de la inflación desde una media del 16,6 % en 2024 al 7,2 % en 2025 y el 4,8 % en 2026, en parte gracias a los ajustes en Argentina y Venezuela. Esta tendencia refleja una estabilización de precios en las economías más grandes de la región.
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La región presenta una alta heterogeneidad. Sudamérica es la subregión con mayor inflación, afectada sobre todo por Argentina y Venezuela, mientras que Centroamérica mantiene un crecimiento más estable, cercano al 4 %, con inflación contenida y déficits externos manejables.
El Caribe registrará altas tasas de crecimiento debido a la recuperación del turismo, aunque sus economías siguen siendo vulnerables a shocks externos.
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América Latina sigue lidiando con problemas estructurales, como la alta desigualdad, su rigidez fiscal, baja productividad y dependencia de materias primas.
Además, la coyuntura actual y el creciente proteccionismo comercial en todo el mundo agravan estos desafíos. (I)
