El amarillo y el verde se mezclan y matizan el campo en Daule, Salitre y otros cantones de la provincia del Guayas. El amarillo de los maduros arrozales que atraen a los agricultores para que cosechen lo que hace unos tres meses el alargado invierno les dio tregua de sembrar y el verde intenso de los pequeños surcos que clavan en sus enlodadas tierras con nada más que la fe de que a inicios de enero salga otra cosecha y no la pierdan con la llegada de El Niño del que tanto se habla, pero todavía no ven.