María Isabel Daza lleva 20 años como educadora ambiental y guadaparques de Galápagos. Ayuda a que los niños desarrollen respeto y amor por el archipiélago, especialmente por las tortugas. Cuenta que incluso se disfraza o confecciona marionetas para lograr mayor impacto en los infantes.

También capacita a aspirantes a residentes temporales y a nuevos residentes permanentes sobre las reglas de visitas a las áreas protegidas del archipiélago.

Sin embargo, su carrera de enseñanza se complicó cuando una campaña para realizar exámenes de mama llegó a un coliseo en la isla Santa Cruz, Galápagos, en 2008. En el archipiélago no hay oncólogos y María decidió ir a realizarse los chequeos porque sentía una bolita en el seno derecho.

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Los resultados preliminares confirmaron que María tenía cáncer. Ella asegura que se quedó "fría" y no supo cómo reaccionar. Los especialistas le aconsejaron ir de forma “urgente” al continente para que tratara la enfermedad lo más rápido posible.

Indica que a pesar del diagnóstico no viajó de inmediato al Ecuador continental porque necesitaba planificar y concluir un viaje a otra isla del archipiélago con sus estudiantes.

Luego de varios días llegó a Guayaquil para realizarse exámenes y una biopsia. Después viajó a Quito para iniciar el tratamiento con la ayuda de una colecta de dinero que hicieron sus compañeros guardaparques, pues no logró tener acceso al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). En 2011 fue declarada libre de cáncer, pero debía seguir en controles.

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Sin la enfermedad, la tranquilidad llegó. Siguió con su vocación de enseñar y luchar por la preservación de las islas. Sin embargo, en diciembre de 2015 sintió un dolor fuerte en el seno izquierdo.

María recuerda que se aplastó la mama y le salió sangre por el pezón. El miedo se apoderó de ella otra vez. Realizó varias consultas en internet. Luego se realizó los análisis y se confirmó que era cáncer.

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María le enseña a los niños la importancia de cuidar el archipiélago de Galápagos. Foto: Cortesía Dirección del Parque Nacional Galápagos.

Se sintió más deprimida que la primera vez. Indica que su mayor miedo era que "no se levantara" luego de la operación: "Tenía metida la idea en mi cabeza de que me iba a morir, ya que era la segunda vez".

Sin embargo, su familia, compañeros de trabajo y amigos le ayudaron a resistir, cuenta.

Esta vez, el IESS cubrió los gastos, pero debía ir a Guayaquil y quedarse en hoteles porque no tiene familia en la ciudad. Aquí acudía sola a las quimioterapias, ya que su esposo debía quedarse en casa cuidando a sus hijos en Galápagos.

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Luego de varias quimios y radioterapias volvió a vencer al cáncer. Actualmente está en controles que se han visto afectados o retrasados por la actual pandemia y está buscando reagendar sus citas, ya que la mayoría debían realizarse entre abril y mayo.

La enfermedad le ha dejado secuelas. Tiene artrosis degenerativa y usa parches de morfina para sus dolores. Debido a las quimios y radioterapias su corazón "ya no es normal" y en noviembre de 2019 le detectaron diabetes.

María, de 50 años, está consciente de que hay una alta probabilidad de que el cáncer vuelva, incluso en otra parte de su cuerpo, pero a pesar de esto es positiva e indica que "Dios todavía me quiere en este mundo y debe ser porque tengo un propósito".

"La vida es maravillosa a pesar de las adversidades que se nos presenten. No me he dejado vencer de la enfermedad y espero vivir muchos años más", indica. (I)