Desgranan mazorcas de maíz y maní en forma asombrosa, reconocen el camino que los lleva a un pozo rústico que les provee de agua cuando hay, y no pierden la fe de tener mejores días en sus vidas. Así es la vida de cuatro hermanos no videntes que demuestran que no hay límites para superarse a diario en su casa de caña y madera, que comienza a ceder por el trajín diario o el acoso del comején.