Las masacres en Samaniego, Pialapí (Ricaurte) y la Guayacana (Tumaco), en Nariño, Colombia, frente a Carchi y Esmeraldas, que dejan 18 muertos en ocho días, evidencia el retorno de una nueva ola de violencia que tiende a recrudecerse y podría provocar desplazamientos hacia Ecuador.