En el sudeste de Polonia un equipo de arqueólogos descubrió una fosa común, que data de los siglos XVI y XVII, con los restos de más de 100 niños, decenas de los cuerpos tenían monedas en la boca, lo que confirmó las leyendas locales sobre un cementerio infantil, comunicó recientemente el centro cultural del municipio de Jezowe en su cuenta de Facebook.

El descubrimiento, de un total de 115 cadáveres, de estos entre el 70 % y el 80 % eran infantes, fue realizado durante la construcción de una carretera cerca de la ciudad de Nisko.

"Basándonos en las observaciones arqueológicas hasta la fecha, podemos concluir que alrededor del 70–80% de todos los cuerpos son de niños", detallaron los especialistas de la Dirección General de Carreteras y Autopistas Nacionales a The First News.

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Cuando los arqueólogos empezaron a estudiar los cuerpos, descubrieron que algunos de ellos tenían monedas en la boca emitidas entre 1587 y 1632, lo que es "una señal de sus creencias", que se remontan a la antigua Grecia y Roma, explicó Katarzyna Oleszek, una de los participantes de las excavaciones.

"Las monedas se llaman óbolos de los muertos u óbolos de Caronte. Es una antigua tradición precristiana, que, sin embargo, se ha mantenido durante mucho tiempo, incluso, en el siglo XIX, fue practicada por el papa Pío IX", agregó.

La disposición de los esqueletos y el estado de su conservación permitieron a los científicos llegar a la conclusion de que la fosa pertenecía a una iglesia católica. "Según las fuentes, durante una visita de los obispos de Cracovia a Jezowe en 1604 ya había una gran iglesia parroquial, con un jardín, una rectoría, una escuela y un cementerio. Probablemente ya existía desde 1590", subrayó Oleszek.

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También se encontraron óbolos conocidas como boratynki, que datan del reinado de Juan II Casimiro, hijo de Segismundo III y que gobernó la Mancomunidad polaco-lituana de 1648 a 1668. Las tumbas no contenían otros objetos, lo que ha llevado a los arqueólogos a concluir que esa comunidad era especialmente pobre.

Los cuerpos serán exhumados, y después de ser estudiados por los antropólogos, devueltos a la iglesia parroquial y enterrados en el cementerio local.

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Óbolos de Carante, antigua tradición

Caronte, el barquero que transportaba a las almas por el río que dividía a los vivos de los muertos, no hacía viajes si antes no cobraba. De ahí que los difuntos no pudieran pasar al otro mundo sin llevar encima al menos una moneda.

Era el pago del servicio en la Venecia del inframundo. Y qué mejor lugar para guardar tan preciado tesoro, la clave para no vagar durante cien años por las riberas del Aqueronte, que ponerlo dentro de la boca de los fallecidos antes de que fueran enterrados.

El mito es antiguo. Los griegos y los romanos ya practicaron este ritual, aunque también han aparecido óbolos de Caronte en el Próximo Oriente.

Los rituales griegos y romanos incluían óbolos de Caronte, que luego fueron adoptados por el cristianismo. (I)

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