La obligación de cambiar la escuela por la casa debido a la emergencia sanitaria no garantizó el aprendizaje para cientos de niños de los sectores rurales de Cuenca. La falta de equipos y de conocimiento amplió su desventaja frente a los que viven en la ciudad. Ante esta realidad un grupo de profesionales voluntarios emprendió una campaña para recolectar computadores usados, habilitarlos y convertirlos en una herramienta de estudio para los que no poseían ese equipo.