El 13 diciembre de 1918 hizo su aparición en Guayaquil una gripe que había tenido efectos devastadores en otras partes del planeta.

El pánico se propagó a la velocidad del virus y los guayaquileños se agolparon en hospitales y boticas en búsqueda de atención y medicinas ante el menor síntoma de gripe. En aquella época los periódicos eran los medios de comunicación predominantes, y en un principio informaron detalladamente sobre el avance de la enfermedad.

Diario Los Andes (Riobamba). 17 de diciembre de 1918.

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Tres días después de aparecer en Guayaquil el temible virus se manifestó en Quito. Allí, en la Capital, la propagación del mal fue enorme, afectando a una cuarta parte de la población: 15.070 personas fueron contagiadas, y 185 murieron. Todo en un mes. En Guayaquil no hubo muertes.

Pero así como apareció aquella extraña gripe, de repente, también desapareció. En la primera quincena de enero de 1919, un mes después de los primeros casos, la enfermedad declinó sorpresivamente. Unos pocos contagiados todavía fueron reportados hasta el mes de marzo.

Guayaquil y Quito habían sido víctimas de la última oleada de una de las peores pandemias de de la historia, la cual había provocado unos 50 millones de muertos en todo el planeta y contagiado a por lo menos 500 millones de personas.

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La devastadora "Gripe Española"

La gripe mortal que afectó a las dos principales ciudades del Ecuador en los últimos días de diciembre de 1918 y principios de enero de 1919, ya había afectado a otros países de la región como Chile, Perú, Colombia y Venezuela, provocando miles de muertos. Era conocida como la "Gripe Española". Y aunque su nombre lo sugiere, el virus no había iniciado en España.

La primera oleada de esta gripe de origen porcino o aviar (conocida ahora como "Gripe A") hizo su aparición en Estados Unidos de Norteamérica, en Fort Riley (Kansas), en marzo de 1918.

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Soldados contagiados en hospital militar de Fort Riley (Kansas), 1918.

Soldados norteamericanos contagiados fueron embarcados hacia Brest, puerto francés por el que entraba la mitad de las tropas Aliadas en la Primera Guerra Mundial. A partir de ahí, el virus se propagó rápidamente en todos los ejércitos contendientes en Europa.

En la segunda oleada (agosto de 1918), el virus había mutado, convirtiéndose en un agente infeccioso letal. Francia, Italia, Alemania y Reino Unido sufrieron devastadores efectos; en pocas semanas murieron millones de personas, provocando una crisis sanitaria nunca antes vista en el mundo.

A nivel internacional hubo censura periodística sobre la enfermedad, sobre todo en los países con tropas en suelo europeo, con el fin de frenar la desmoralización. No fue el caso de la neutral España, cuyos diarios publicaron sin reservas todo lo concerniente a la pandemia, su ritmo de propagación y consejos para prevenir la enfermedad.

España —también devastada por la enfermedad— era casi el único país europeo informando sobre la gripe, por lo que en el extranjero se instaló la creencia que la epidemia había nacido en aquel país. Tal fue el motivo por el cual aquella mortal influenza recibió el nombre que quedó para la posteridad: "Gripe Española".

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La gripe llegó por barco a Ecuador

En el último trimestre de 1918, la información de la prensa española tenía al Ecuador bajo estado de alerta. La llegada de una epidemia catastrófica y de proporciones globales parecía inminente.

Diario Los Andes (Riobamba), 26 de octubre de 1918.

La Dirección de Sanidad del país se sumó a la vigilancia de las fronteras, en las cuales se debía impedir el paso de personas con los síntomas característicos —fiebres, dificultad para respirar, y manchas oscuras en las mejillas—. Pero fue en el puerto de Guayaquil donde más énfasis se puso en la vigilancia.

En octubre de 1918, un funcionario de Sanidad de esa ciudad escribió a su superior en Quito: "Apreciado amigo, aquí me tiene usted esperando la visita de la gripe que no dudo llegará a nuestras puertas. He tomado las medidas conducentes a evitar su introducción, pero como usted sabe todo es inútil tratándose de una enfermedad que de diferentes maneras invade las poblaciones".

Y efectivamente la gripe entró por Guayaquil, en un barco proveniente de Lima.

En Guayaquil los casos de la temible gripe se dispararon, pero el clima caliente de la ciudad truncó el desarrollo del virus y no provocó muertos. El pánico y el desorden inicial desaparecieron, y la ciudad retomó su ritmo habitual en apenas quince días.

En la capital todo fue diferente. La gripe llegó por tren: soldados contagiados en el puerto fueron movilizados a la Sierra. Los primeros casos locales se dieron en Sangolquí.

Los efectos del virus en el clima frío fueron terribles. En enero de 1919 los casos y muertes se dieron en tal cantidad, que los principales diarios ocultaron aquellas trágicas noticias —ya sea por sensibilidad propia o por presiones gubernamentales— para atenuar la situación.

Las activas medidas profilácticas ideadas por el doctor Isidro Ayora, decano de la Facultad de Medicina, a la vez que Concejal de Quito, ayudaron a crear conciencia para frenar los efectos de la epidemia.

El joven doctor Ayora —quien años después llegaría a ser presidente del país— fue parte de la estrategia de lo que fue conocido como el "Plan de Emergencia" contra la "Gripe Española" en el país.

El doctor Isidro Ayora en 1908, mientras hacía un posgrado de medicina en Dresden, Alemania (Fotografía Patrimonial).

Dicho plan contemplaba una agresiva campaña de información para alertar a la ciudadanía sobre las maneras de prevenir el contagio. Por ejemplo, se ordenó la impresión de afiches que contenían la siguiente información sobre el virus:

-"La gripe se propaga por medio de gotitas que esparcen la nariz y la garganta".

-"Para toser, cúbrase la boca o nariz con el pañuelo".

-"Se propaga por contacto".

-"Evite la aglomeración de personas".

-"No escupa en el suelo, las calles o aceras".

-"No ocupe ni vasos ni toallas de uso común", etc.

Se estableció una "Policía Sanitaria", la cual asistía a los médicos de la capital, llevando medicinas o alimentos para pacientes recluidos. La atención era gratuita, y los médicos estaban obligados a llevar insignias en la calle que los identificaran y a colocar banderillas en sus casas. Las boticas tenían la obligación de proporcionar, también de manera gratuita, los medicamentos para los pacientes. Los costos eran asumidos por el municipio capitalino y el Estado.

Estas medidas resultaron efectivas en una población pequeña como lo era Quito en aquella época (aproximadamente 60.000 habitantes). El respeto de la comunidad a las recomendaciones también evitó un mayor número de víctimas y ayudó al cese de la epidemia en un mes.

En el mundo, la "Gripe Española" afectó principalmente a niños, jóvenes y adultos, respetando a sectores de la población vulnerables como los ancianos.

En 1918, las zonas en el mundo que prohibieron las reuniones masivas, que cerraron las escuelas y aislaron a los enfermos y casos sospechosos, tuvieron resultados muy diferentes de aquellas que tomaron medidas tarde o no las sostuvieron durante suficiente tiempo. La disciplina fue la clave. (I)

Bibliografía

-Libro La gripe española en Ecuador, por Christian Grijalva.

- Artículo LA GRIPE ESPAÑOLA: La información de la prensa española y norteamericana que alertó la epidemia en el Ecuador y el rol del médico Isidro Ayora, por Germán Rodas Chaves. Americania. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 6, p. 136-166, jul-dic, 2017

- Artículo sobre la comparación entre la "Gripe Española" y el Covid-19 (Infobae).