Las pistas de la conspiración y el posible asesino de John F. Kennedy, a 56 años de su muerte

Hoy se recuerdan 56 años del magnicidio de John Fitzgerald Kennedy , el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos. Durante estas décadas se han publicado decenas de libros y documentales que concluyen con una teoría distinta a la oficial: al mandatario no lo asesinó Lee Harvey Oswald .Y revelan información recopilada por investigadores particulares y personas que presenciaron el tiroteo cuando el coche presidencial circulaba en la Plaza Dealey, en Dallas, Texas.Los seguidores de Kennedy indicaron que hubo una persona, detrás de la cerca, en una loma -por donde pasaba la caravana presidencial-, que realizó el mortal disparo que destrozó parte del costado derecho de la cabeza del mandatario.Declaraciones que contradicen el informe que elaboró la Comisión Warren, creada el 29 de noviembre de 1963 para recolectar los datos sobre el móvil de la muerte. Tomó el nombre de Warren por su presidente, Earl Warren, magistrado y presidente de la Corte Suprema de los EE. UU.La Comisión recomienda estudiar y mejorar los procedimientos para la protección del presidente de acuerdo con las nuevas necesidades.Pero esto solo generó una ola de críticas y repudio contra los integrantes de la Comisión; un rechazo que hizo mella en personas particulares que en los últimos años comenzaron a atar los cabos sueltos para reconstruir su propia teoría: hubo un plan para asesinar a Kennedy.La Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) encabezó la lista por sus patrocinios para eliminar a líderes comunistas y sociales en América Latina. El escándalo desatado por la invasión de bahía de Cochinos, en Cuba, para derrocar a Fidel Castro, que terminó en derrota y humillación, hizo que Kennedy expresara: “Algo muy malo está ocurriendo dentro de la CIA y quiero saber qué es. Quiero desmantelar en mil pedazos a la CIA y moverlos a los cuatro vientos”. John Edgar Hoover , el legendario director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), era un blanco para el presidente, quien quería removerlo del cargo tras 37 años. Hoover nunca combatió a las familias mafiosas de EE. UU, según publicaciones. Michael Franzee, caporegime de la familia Colombo de Nueva York, en su libro Quitting The Mob (Abandoné la mafia), comentó: “Me dijeron que Hoover nos temía, que prefería seguir a comunistas que a nosotros que éramos hombres duros de la calle”.Las familias mafiosas se indignaron por las pesquisas que hizo el fiscal general de Estados Unidos, Robert Kennedy, quien había llegado a ese cargo con el nombramiento de su hermano. Carlos Marcelo, caporal de Nueva Orleans y un objetivo de los Kennedy en su lucha contra el hampa, juró vengarse de ellos.Los productores de petróleo también se encontraban bajo la lupa porque les preocupaba que cortaran el subsidio que tenía la extracción y procesamiento del crudo. A este se le llamó el subsidio del 27 %.Después de 25 años, el canal History Channel transimitió un documental sobre la muerte del mandatario en el que recabó la información ignorada por la Comisión.“El objetivo de su visita a Texas no era solo visitar Dallas, sino recaudar dinero para su campaña de reelección de 1964", dijo John Bowden Connally Jr., gobernador de ese estado que resultó herido.Beverly Oliver fue la mujer que despejó muchas dudas sobre el contacto de Oswald y Ruby y el disparo que había recibido Kennedy en la cabeza. Ella, quien cantaba en el Conoly Club, reveló: “Dos semanas antes de la muerte fui una noche con Janneth (una mujer que también rindió su declaración y luego desapareció) y Jack me dijo: ‘Beverly, te presento a mi amigo Lee’. Cuando Jack fue a la comisaría y asesinó a aquel hombre, recordé que era Lee Harvey Oswald, el mismo que estaba en el club”.También estuvo presente cuando pasó la caravana del mandatario. “Llevé una cámara para grabar al presidente y seguro grabó al que disparó detrás de la cerca del montículo; vi cómo estalló la cabeza de Kennedy y estoy convencida de que quien mató al presidente estaba en ese lugar. Luego, agentes del FBI me quitaron la cámara y no la volví a ver. Si mi película fuera encontrada, probablemente podría responder a un poco de películas”.Y Mary Moorman, quien estaba a pocos metros de Oliver, tomó una foto de la bala justo después de que impactó la cabeza del jefe de Estado. Una imagen que se conoció años después y fue analizada.Gary Mack y Jack White se encargaron de identificar todos los elementos de la foto y encontraron al ‘hombre de la insignia’, quien estaba detrás de la cerca, y de Gordon Arnold.Arnold tenía 22 años cuando asesinaron a Kennedy. Era un soldado que se encontraba de visita en Dallas, su ciudad natal. Tomó la cámara de su madre y fue a fotografiar el paso de la caravana, cerca del montículo, pero “se me acercó un hombre con un maletín y me dijo: ‘No puedes estar aquí’; y le respondí: ‘Tú y cuántos más, y se acercó y me enseñó una placa que era de la CIA’”.“Luego fui al otro lado con la cámara para sacar una foto del presidente Kennedy, cuando un disparo pasó zumbando mi oreja y otro por encima de la cabeza. Me eché en la hierba, apareció un hombre vestido como oficial de la Policía, pero no llevaba sombrero y tenía las manos sucias; se acercó y me pateó y preguntó si había estado sacando fotos, le dije que sí y le di la película y tres días después me fui a Alaska (con su regimiento militar), no volví a Estados Unidos luego de ocho meses”.En tanto que Ed Hoffmann, un sordomudo que iba en su automóvil a una consulta dental, se detuvo en el puente para ver el paso de la caravana, dio su testimonio en lenguaje de señas. “Vi a dos hombres detrás de la barda y luego vi el humo del disparo. Los vi caminar hacia las vías del ferrocarril, uno le entregó al otro (vestido con el uniforme del ferrocarril) el rifle, se lo llevó, lo guardó en una maleta y se fue despacio por las vías hasta desaparecer”.“Me fui a buscar a los agentes del FBI después de que la policía no me entendió y ellos me ofrecieron dinero para que hable”, agregó.En noviembre de 1988, el libro publicado en francés de Stephen J. Rivele, The Murderers of John F. Kennedy (Kennedy: la conspiración de la mafia ) reveló que el mercenario y traficante francés Lucien Sarti había sido quien disparó el tiro que destrozó la cabeza de JFK.Su investigación comenzó cuando entrevistó en la prisión de Leavenworth, en Kansas, a Christian David, un miembro de la vieja red francesa de heroína y líder de la red corsa de tráfico de drogas en Sudamérica (conocida como la Conexión Latina) y había sido agente de los servicios secretos a lo largo del mundo.“A mediados de 1963, a David le habían ofrecido un contrato para asesinar a un político americano; era Antoine Guérini (líder de la mafia corsa) que tenía un club en la vieja bahía de Marsella. Había llegado a cobrar dinero y Guérini lo mandó a llamar, cuando escuchó la oferta preguntó quién era el personaje y le dijo: ‘Alguien de la más alta instancia’, por lo que lo rechazó”, dijo Rivele, ganador en 1996 del premio Óscar al mejor guion original por la película Nixon.Una vez cerrada la contratación con los otros matones, entre ellos Sarti, viajaron de Marsella a Ciudad de México, donde permanecieron por cuatro semanas e ingresaron a EE. UU. por la frontera de Brownsville, Texas. “Un representante de la mafia de Chicago los recibió y los llevaron a una casa de seguridad para no dejar pistas en los hoteles; y comenzaron a sacar fotos de Plaza Dealey para armar el plan del asesinato”, dijo el investigador.Después de un tiempo Rivele volvió a hablar con David y le entregó más detalles. “Sarti usó un uniforme, para esos trabajos siempre se disfrazaba; por ejemplo, si había un puesto militar cerca del objetivo, él y su grupo se vestirían de militares. Fueron cuatro los tiros. El primero le dio al presidente, el segundo al gobernador y el tercero otra vez al presidente; y el cuarto fue fallido”.Esa versión fue confirmada por Michel Nicoli, un traficante de drogas que se convirtió en informante de la DEA. “En 1966 nos encontramos en un bar de Argentina. Sarti, David y otras personas más; hablaron sobre los detalles de lo sucedido para asesinar a Kennedy”, manifestó Rivele.Sarti era el único asesino que usaba la bala explosiva porque hace un hoyo mayor en el cuerpo y no deja rastros al impactar su objetivo.“Los tres hombres fueron pagados con heroína, aparecieron después de unos meses en el departamento de Buenos Aires de Nicoli con grandes cantidades (de la sustancia) y a cambio se fueron con dinero, pero no le dijo quién lo había contratado”, reveló Rivele sobre el diálogo con Nicoli.Toda esa información fue entregada al FBI pero no se inició ninguna investigación . (I)

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