La mañana del lunes 8 de marzo de 1999, Ecuador recibía con estupor el anuncio del superintendente de Bancos, <strong>Jorge Egas Peña</strong>, de que la <strong>Junta Monetaria</strong> había decretado un feriado bancario solo por un día. Por la noche, el propio Egas informó que se extendería.Ya el 11 de marzo, el presidente <strong>Jamil Mahuad</strong> informaba que se congelaban los depósitos mayores a 2 millones de sucres.Fue una época marcada por el derrumbe de al menos 28 entidades financieras, entre bancos y cooperativas, recuerda <strong>Julio José Prado</strong>, actual presidente de la <strong>Asociación de Bancos Privados</strong> (<strong>Asobanca</strong>).Él asegura que, tras 20 años, se puede establecer que al menos tres factores desencadenaron la crisis: un <em>shock</em> económico que pasaba por la caída del precio del crudo de hasta $ 6 el barril, el <strong>fenómeno de El Niño</strong>, la mala administración de las cuentas fiscales que generaban un endeudamiento del 118% del <strong>PIB</strong> y un pésimo control del sistema financiero, que llevó a que las entidades realizaran malas prácticas tanto en la entrega de los créditos como en las ofertas que se hacían a los depositantes.Prado sostiene que hoy la situación del país y de la banca no tienen similitud, y que el sistema financiero ha aprendido lecciones importantes. Entre ellas están el manejo del riesgo, incluso con normas más rigurosas que las que pide la Superintendencia, no permitir la injerencia del sector político y mantener una liquidez adecuada.<strong>Elizabeth Arroyo</strong>, analista económica y exfuncionaria del <strong>Banco Central del Ecuador</strong> (<strong>BCE</strong>) en la etapa de la crisis, coincide en que 1999 fue una época muy complicada en lo económico, pero sostiene que los problemas comenzaron diez años antes, cuando el gobierno de <strong>León Febres-Cordero</strong> tuvo una política de endeudamiento agresiva que tenía que ser pagada a futuro.Luego en el régimen de <strong>Sixto Durán-Ballén</strong> se puso en vigencia una ley para instituciones financieras que liberalizaba la actividad de los bancos, lo que llevó a la entrega de crédito a empresas vinculadas.Cuando llega Mahuad, la situación se agrava y la falta de liquidez hacía que los ciudadanos sacaran cada vez más sus recursos. Recuerda que en la Junta Monetaria se analizaron varias opciones, pero se optó por el feriado. Se buscaba que en ese tiempo los bancos pudieran estabilizar su liquidez, pero la medida no sirvió.Arroyo dijo que, como funcionaria del BCE, pudo conocer los balances de los bancos y lo mal administrados que se encontraban.Para <strong>Santiago García</strong>, catedrático universitario, la banca no estuvo preparada para mantener su sistema sano y se crearon normas en favor del sector que afectaron al Estado, como que el BCE sea el prestamista de última instancia. Además, en vez de tener una buena gestión se le pasó al Estado la responsabilidad.García cree que el país ha avanzado bastante bien en el manejo del sistema financiero y que hay solvencia, solidez y previsibilidad en el manejo de recursos, pese a los problemas de liquidez. (I)