El inventor guayaquileño del siglo XIX, José Rodríguez Labandera, parece ser un personaje extraído de las novelas científicas del francés Julio Verne: un visionario que supera todos los obstáculos materiales, determinado a vencer la naturaleza a través de inventos que causan la admiración de sus contemporáneos. Los héroes de Verne son genios solitarios cuya única compañía la constituye algún comprensivo ayudante. En el caso de Rodríguez Labandera también eso era una realidad: su ayudante se llamaba José Quevedo.