La fachada gris y blanca de cemento del Municipio de Quito desentona frente a las de sus vecinos: la Plaza Grande, la Catedral, Carondelet y el Palacio Arzobispal. Sobre la calle Venezuela, la entrada principal da paso a un área para exposiciones, la oficina de la escolta y, en un rincón, un baño público. En el siguiente piso, a diez meses de las elecciones seccionales, dos bandos se disputan el crédito por las obras propias, ajenas, cumplidas y pendientes.