Andelis cambia el pañal de su hijo en un coche para bebés, mientras hace fila para sellar su pasaporte en Rumichaca, la frontera entre Colombia y Ecuador. Su hija, de cinco años, cuida las dos maletas enormes, más altas que ella, con las que quieren llegar a Lima.

Andelis es venezolana y, a sus 24 años, también abogada. Salió de su país porque el dinero es insuficiente para sostener a su familia. Por hacer trámites judiciales, sus ingresos oscilaban en alrededor de 1’000.000 de bolívares mensuales, y el paquete de pañales para su bebé lo conseguía como mínimo en 600.000.

“Por la hiperinflación, lo que ganas no te alcanza para vivir. Comida no se encuentra. Y efectivo no hay. Y eres profesional, pero igualito no puedes hacer nada”, dice con voz de desesperanza.

Publicidad

La llegada de venezolanos a Ecuador creció el año pasado. En enero del 2017 ingresaron 14.800. La cifra aumentó cada mes. En julio alcanzó los 30.500. Y en diciembre, los 47.400. Enero del 2018 registró el récord de 62.500.

Lea también: Brasil moviliza más tropas a su frontera con Venezuela por crisis de refugiados

Llegó un punto en que llegaban 3.500 venezolanos al puente de Rumichaca por día, contó un funcionario de Migración de Colombia.

Publicidad

No obstante, el número disminuyó desde el lunes pasado, cuando unos 1.600 venezolanos cruzaron la frontera, mientras que el miércoles lo hicieron 1.100. Las cifras más bajas registradas en el mes, señaló el funcionario colombiano.

Largo camino

Publicidad

Unos entran para quedarse en el país y otros para seguir su periplo a Perú o Chile.

La disminución se explica, en parte, porque el grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN) tomó represalias por el fracaso de los diálogos de paz y activó un paro armado el 10 de febrero, que duró hasta el martes pasado.

Las empresas de transporte que trasladan pasajeros desde la frontera entre Venezuela y Colombia hasta Rumichaca paralizaron los viajes. Eduardo Martínez, un chofer que hace esos recorridos, contó que una veintena de buses reanudó tras el paro armado.

Hay otro motivo para la reducción de migrantes venezolanos ingresando a Ecuador. El 8 de febrero, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, tomó medidas para controlar el flujo migratorio venezolano.

Publicidad

El mandatario ordenó que se suspenda la emisión de la Tarjeta de Movilidad Fronteriza (TMF), que su gobierno daba a venezolanos que viven en zona fronteriza para que puedan cruzar a Colombia con facilidad. Además, obligó que el paso se hiciera con pasaporte.

Lea también: Venezolanos brindan ayuda a compatriotas en Guayaquil

Esto último es un problema para los migrantes, pues conseguir pasaporte en Venezuela no es fácil. La solicitud se hace por internet y el sistema se colapsa constantemente por la cantidad de usuarios, se quejó Roberto Medina, otro migrante.

Conseguir una prórroga para su pasaporte caducado le tomó un mes a Taina Sánchez. “Cada vez ponen obstáculos para no poder sacar el pasaporte o para no poder salir del país”, comentó. Ella tiene 26 años y una hija de cuatro. Intentó obtener un documento también para ella, pero no pudo pues el sistema solo acepta una solicitud por persona y anuló automáticamente el trámite de la pequeña. Al final, ella tuvo que quedarse con su padre.

Taina lamenta haberse separado de su hija: “Es muy bravo, muy bravo... No cualquiera deja así a sus hijos... A uno le pega, pero ¿qué más, qué más?”. (I)

350 Mil venezolanos entraron a Ecuador entre enero del 2017 y enero del 2018, a través de todos los controles migratorios.

‘Hasta comerse un huevo es un lujo ahorita en Venezuela’

Nombre: Roberto Medina
Edad: 28 años
Ocupación: Ingeniería Industrial
Destino: Lima
Situación: Dejó a su hijo de 7 años y a su esposa embarazada

Roberto Medina renunció a una concejalía en el Municipio de Lobatera para migrar. Primero pensó en venir a Ecuador, pero sus conocidos que ya están aquí le dijeron que ya no hay muchas oportunidades laborales para venezolanos y que algunos ecuatorianos son xenófobos, pues sienten que están perdiendo sus puestos.

Explica que el sueldo mínimo en Venezuela es de 248.500 bolívares, pero que con bono de alimentación que ofrece el Gobierno un salario bordea los 700.000 bolívares. Eso es insuficiente para comprar comida, indica, pues solo la caja de 30 huevos cuesta 480.000 bolívares.

Por su posición política, cuenta Medina, denunció un acto de corrupción que exponía sobornos a miembros de la Guardia Nacional y fue amenazado con cárcel por difamación. Eso influyó en su decisión de dejar Venezuela. (I)

‘No hay libertad... Si es opositor, es mejor quedarse callado’

Nombre: Taina Sánchez
Edad: 26 años
Ocupación: Administración
Destino: Santiago de Chile
Situación: Dejó a su esposo y su hija de cuatro años.

Junto con su cuñada y su sobrino de un año, Taina Sánchez esperaba que sellen su pasaporte en el control migratorio de Rumichaca. Su destino final era Santiago de Chile, donde su tío la espera.

Decidió dejar San Cristóbal, una ciudad venezolana en la frontera con Colombia, por la situación económica. “El sueldo no le alcanza para nada, ni así sea profesional”, dice.

Otro malestar era la situación política. Cuenta que para quienes no apoyan al gobierno de Nicolás Maduro es mejor no dar sus comentarios. Para los chavistas, en cambio, la situación es mejor, pues reciben subvenciones del gobierno.

“La mayoría de gente critica por qué los muchachos no salen a luchar por el país. Pues porque tienen familia. ¡Cuántos estudiantes no han muerto por eso! Así que qué le toca a la gente: Migrar. No hay de otra”, dice la mujer. (I)

“Venezuela no tiene buenas condiciones para los jóvenes”

Nombre: Gladys Barragán
Edad: 62 años
Ocupación: Profesora jubilada
Destino: Quito
Situación: Vino a visitar a su hija, que migró hace un año.

Gladys Barragán no veía a su hija, de 21 años, desde que esta migró a Ecuador hace un año. Para conjurar la nostalgia, vino a visitarla.

Un año antes de que su hija se graduara como tecnóloga en Turismo, Barragán le aconsejó que saliera del país. “Yo le dije váyase, mami, porque aquí no hay vida. En Venezuela no hay vida”, recuerda

Así que la joven vino sola, montada en un bus. No tenía amigos ni familiares en Ecuador. Nadie. Escogió el país por la cercanía y por los dólares. Ahora trabaja en un restaurante de comida rápida.

Gladys mandó a su hija porque la vida política de Venezuela no ofrece un buen ambiente a los jóvenes y porque la economía está quebrada.

Todos los alimentos, cuenta, llegan de Colombia por contrabando y eso los encarece aún más. Además, no hay acceso al efectivo. (I)