A sus 83 años, Violeta Zúñiga tiene problemas en una rodilla y usa un bastón, pero eso no le impide sostener su vestido con la mano izquierda y con la derecha agitar el pañuelo blanco al ritmo de la cueca, como viene haciendo desde hace casi cuatro décadas para denunciar la desaparición de su marido durante la dictadura de Augusto Pinochet.