El psiquiatra Óscar Bonilla atendía a su último paciente cuando a las ocho de la noche del martes 18 de febrero de 1986 su secretaria le pasó la llamada del jefe del Servicio de Investigación Criminal (SIC) del Guayas, Hólguer Santana. “Necesitamos que nos ayude en el caso del violador asesino que usted debe conocer por la prensa”, le dijo Santana y al día siguiente se reunieron.