Suelen entrenar dos horas diarias o un poco más, entre tres y cinco veces a la semana. A ratos las jornadas se vuelven agotadoras por la exigencia de los ejercicios y por la perfección de las coreografías. En muchos casos, practican sus acrobacias –como saltos al aire– en canchas de cemento, sin protección. En otros, utilizan colchonetas u otros materiales para amortiguar las caídas, de las que no están exentos.