No se suponía que Alireza M, un traficante de drogas iraní sentenciado a la pena de muerte, recordara lo que sintió al ser colgado en la horca. Mucho menos que tuviera que volver a vivirlo.
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El hombre de 37 años permaneció suspendido del cuello en una cárcel de la ciudad nororiental de Bojnord durante 12 minutos, hasta que un médico lo declaró muerto. Al día siguiente, un trabajador se dio cuenta de que aún respiraba.
No se suponía que Alireza M, un traficante de drogas iraní sentenciado a la pena de muerte, recordara lo que sintió al ser colgado en la horca. Mucho menos que tuviera que volver a vivirlo.
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